Restringido
El Timonel
La política española se ha convertido en un espectáculo en el que el objetivo es buscar culpables y esconder las responsabilidades propias.
La situación de bloqueo de la gobernabilidad de España es un claro ejemplo de ello y la inacción del Partido Popular es inédita. El Sr. Mariano Rajoy, a pesar de haber ganado las elecciones, huyó de su responsabilidad de intentar formar gobierno y, una vez fallida la investidura del Sr. Pedro Sánchez, sigue ausente del tablero político.
Nadie entiende muy bien qué pretende, quizá la repetición de elecciones, pero en ese caso, no se sabe bien qué espera conseguir que sea diferente. Si nada más cambia, empezando por el candidato, todo permanecerá igual. El único mensaje que se emite es la identificación de los culpables, que son, por supuesto los socialistas.
Por otra parte, si echamos la vista atrás tan sólo siete u ocho años, sería difícil imaginar que en el Partido Socialista, después de un resultado electoral como el que se obtuvo el 20 de diciembre, nadie hubiera asumido responsabilidades. De igual manera, hubiera sido extravagante plantear que el candidato pidiese el encargo de formar gobierno sin una mayoría parlamentaria que le permitiese lograr la investidura y hubiese sido del todo extraterrestre que la lectura política consecuente al fracaso parlamentario se tradujera en que se ha producido un reforzamiento de la dirección del partido y del liderazgo.
Sin embargo, éste es el relato que se ha construido en algunos sectores socialistas, con la inestimable ayuda de lo que algunos han denominado el «fuego mediático amigo». Que la culpa de todos las desgracias electorales del PSOE las tiene el presidente José Luis Rodríguez Zapatero y que este hecho exonera de responsabilidad a la dirección de cualquier resultado electoral posterior.
Pero para completar la estructura de razonamiento se arguye que el escenario político ha variado y que, hoy, cualquier análisis que no contemple la existencia de dos nuevos partidos emergentes es incorrecto. Con esto ya existe salvoconducto para escabullirse de la asunción de responsabilidades y la definición de un culpable, el presidente Zapatero.
No es serio olvidar que en el año 2011 Podemos no tenía siquiera un partido político y que Ciudadanos ni se presentó, su única experiencia previa era el 2008 con un pírrico 0,18% de los votos.
Algo habrán hecho mal desde ese año el PP y el PSOE para que entre las dos nuevas formaciones recogiesen votos que dan acta a 109 diputados. C’s y Podemos han nacido desde agujeros políticos que han ido generando los grandes partidos y de un cúmulo de errores que se han cometido en los últimos tres años.
Ciudadanos y Podemos no son más que la ambición de sustituir a populares y socialistas y ocupar su espacio social y político. Eso sí, con grandes carencias de contenido hasta el punto de tener dificultades para conocer su posición teórica y práctica sobre algunos asuntos relevantes.
El PSOE necesita reflexionar por qué pierde permanentemente apoyos electorales. Lejos de contagiarse de las derivas asamblearias, que están tan de moda, o de inventarse una alianza de dos partidos que intentan ocupar el centro político, frente a izquierda y derecha, lo que debería es recuperar la coalición de las clases medias y los trabajadores desde posiciones netamente socialdemócratas.
El PSOE no es un partido de centro. Es un partido que ha ocupado históricamente la centralidad de la izquierda, que es sustancialmente diferente, quedando marginales las posiciones comunistas y anarquistas.
Es muy probable que se repitan elecciones y, si nada cambia, todo permanecerá igual. Si el PP es capaz de regenerar sus filas y renovar su liderazgo, tendrá una oportunidad. El PSOE tendrá que optar por echarle la culpa al presidente Zapatero de lo que ocurra durante los próximos 4 o 5 años o, por fin, tener la capacidad de darse cuenta de que los fracasos no son éxitos, que las aventuras suelen ser catástrofes y que la ambición individual nunca debe anteponerse a los intereses colectivos. Los socialistas debemos decidir si aprovechamos una oportunidad histórica en un momento de desgaste sin precedente de nuestro adversario natural.
En definitiva, aquel que sea capaz de cambiar su rumbo con nuevo timonel, habrá dado una gran zancada.
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