José María Marco

El tinglado del miedo

Nos hemos divertido mucho a costa de la ausencia de mujeres en el nuevo Gobierno griego. (Tampoco parece haber corbatas...) El caso es que tal vez sean las mujeres las que no han querido participar en el experimento. Y es que los miembros de este Gobierno van a convertirse en personas indeseables para cualquier puesto de trabajo de aquí a muy poco tiempo. Se consolarán pensando que la historia los redimirá algún día. Las mujeres se hacen menos ilusiones y saben que el destino que les aguardaba era el de cuidar de los héroes fracasados, de su casa, su ropa, su comida, sus fantasías más o menos revolucionarias... Destino poco envidiable, que sus protagonistas habrán evitado de forma preventiva.

Las primeras medidas del nuevo Gobierno confirman esta forma de ver las cosas. Está desapareciendo lo que quedaba de la izquierda tradicional europea y no la está sustituyendo un proyecto nuevo, acorde con las nuevas necesidades y con propuestas de futuro, sino otro obsesivamente volcado al pasado. Todo lo que está haciendo el Gobierno griego va encaminado a resucitar algo que está acabado: un mundo de seres irresponsables, sin proyecto, sin ganas de trabajar, dependientes del dinero de los demás. Como los demás no se lo van a dar y los primeros no tienen posibilidad de imponerse a la fuerza, volveremos en muy poco tiempo a la casilla de salida.

Quedará el recurso a las emociones, el sentimentalismo sobre el que se monta todo el tinglado neosocialista. El sufrimiento, el dolor, la exclusión... El miedo, y el nacionalismo, que es otra de las cosas que esta nueva izquierda está en trance de resucitar. En Grecia ha quedado claro al aliarse los izquierdistas con unos conservadores a los que sólo les une la exaltación nacionalista: la nación contra la Unión Europea, los griegos contra los alemanes, la patria soberana contra la imposición extranjera.

Se puede pensar que el asunto es pura propaganda. Ahora bien, en política la propaganda siempre es algo más, y el mensaje que se está transmitiendo lleva a reconducir el inevitable fracaso en algo que también ha fracasado, pero no es menos peligroso. Lo lógico será que tras el descalabro, quienes consigan los favores del electorado sean los neonazis, que en estas elecciones ya han superado a los viejos socialistas y andan prometiendo amaneceres aún más gloriosos. No es cuestión de ser alarmista, pero conviene prever hasta dónde puede llegar la ola de miedo que se está cultivando en los países europeos.