Alfonso Ussía
El tonto de la impresora
Nueva especie de tonto. Su denominación latina, «Stultus Impresoris». Se trata de un tonto nuevo con derecho a decidir exceptuando el derecho a decidir si es tonto o no lo es, porque no hay tu tía. Se caracteriza por ser un tonto de lontananza. Hay tontos de cercanía y tontos de lontananza. El de cercanía precisa la distancia corta para determinar el nivel de su majadería, en tanto que el de lontananza es tonto diáfano que se ve de lejos. El Tonto de la Impresora disfruta trasladando objetos pesados. Aunque no está registrado oficialmente, por no existir en Dinamarca un Archivo de Tontos, se recuerda por aquellos pagos a Jeremias Povlensen, que acudía a su trabajo con bicicleta. Pero no pedaleando, sino con la bicicleta al hombro. Es posible que el Tonto de la Impresora sea una subespecie del Tonto con la Bicicleta al Hombro. En Toronto, Canadá, en el Registro de Canadienses No Recomendables, hay una ficha que resume la vida, corta por cierto, de Julius Grabinet, procedente del Quebec. Era leñador y podaba las ramas de las coníferas sentado sobre ellas y amputándolas por el sitio equivocado, de tal modo, que por rama que cortaba se precipitaba contra el suelo y compartía el morrón con la quilma cercenada. Murió a temprana edad aplastado por el abeto que cortó para ofrecérselo a sus padres en los días previos a la Navidad de 2007. Y en la península de Kamchatka, en la Siberia rusa, se recuerda con tristeza a Igor Wladimirovich Gorkan, hermano de la notable tenista Irina Wladimirova Gorkana. Igor trabajaba de guarda forestal y hacía censos de osos. Un día descubrió desde su torreta a dos osos jugueteando. De improviso apareció el tercero. Eran oseznos, y nuestro Igor amaba intensamente a las traviesas crías de osos. Y bajó de la torreta para compartir juegos con los oseznos. Pero ahí cerca se hallaba la madre, y de un zarpazo terminó con la vida de Igor, ejemplar en su aspecto familiar, por otra parte. En Kamchatka se le recuerda como el «Tonto que Jugaba con Oseznos sin reparar en la Osa».
De todos estos tontos internacionales viene el Tonto de la Impresora. El tonto que acude a un foro, ya sea parlamentario, económico, social o simplemente atrabiliario, con una pesada impresora bajo el brazo. Impresora inútil, por cuanto precisa de un enchufe de pared para ser puesta en funcionamiento. Se trata del tonto menos recomendable para cursar un «máster» de alivio a la majadería. En Detroit se cursaba el más prestigioso. La publicidad no engañaba: «¿Desea usted dejar de ser completamente tonto? Matrícúlese en nuestro «máster» y al cabo de seis meses pasará de ser absolutamente memo a ser un tontín de los muchos que hay por la calle». Rufián no se matriculó, lo cual es muy de lamentar. Si será tonto el Tonto de la Impresora, que hasta Tardá pasó más vergüenza a su lado que una novicia cuando acude al ginecólogo.
Le recomendamos a Rufián que se presente en el próximo pleno del Congreso con una mesa camilla. También sirve un futbolín. Mejor pasar a la Historia como el Tonto del Futbolín que de la Impresora. Un tipo que se presenta en un pleno parlamentario con un futbolín bajo el brazo tiene derecho a ficha naranja en el Archivo General de Tontos. El Tonto de la Impresora se registra con ficha color lila, y comparte carpeta con el tonto de la Bandera Republicana y el Tonto de «Soy ciudadano del Mundo». Unos tontos muy abundantes, como el Tonto del Abrazo al Yihadista, especie muy desarrollada en los últimos años. O el Tonto «Messi es catalá», que emociona mucho en el nordeste de España. Todos ellos, archivados en cartulina lila, cuando la naranja es la más exclusiva.
Lo malo es que se lo va a tomar en serio y un día de estos compra el futbolín.
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