Ely del Valle
El último «regalo» de Sánchez
Una vez despejada del camino la «piedra» Sánchez, la gestora que se ha hecho cargo del PSOE tiene por delante una tarea peliaguda: la de decidir si hay o no gobierno del PP. La mayoría del Comité Federal sigue apostando por el «no» a Rajoy, pero como revelan las encuestas, ir a unas terceras elecciones contra reloj, cuando habría que elegir al mártir que esté dispuesto a inmolarse empeorando todavía más los resultados «histéricos» de Sánchez, podría ser la puntilla para los socialistas. Por otra parte, la abstención, que hasta hace nada podría haber significado, dentro de la derrota, una victoria de los socialistas en tanto en cuanto se podía haber vendido muy cara a los populares, hoy tiene menos valor que el moco de un pavo. Si Sánchez y sus Luenas hubieran hecho las cosas bien, a estas horas la reforma laboral, la Lomce y la «Ley mordaza» estarían a dieta y los socialistas podrían presumir, desde la primera fila de la oposición, de haber impuesto a Rajoy las líneas más gruesas de su programa. Era la mejor estrategia para un resultado pésimo que maniataba al nuevo gobierno y colocaba al PSOE a la altura de cualquier socialdemocracia europea. Sánchez no sólo ha dejado el partido al borde de la cirugía mayor, sino que además lo ha desprovisto de cualquier elemento de trueque, convirtiendo la cesión en humillación.
Javier Fernández, que es hombre sensato, ya ha mostrado su disposición a reunirse con Rajoy; el problema es que esta vez no caben negociaciones y, por lo tanto, su respuesta sólo puede ser un «sí» sin condiciones o un «no» con consecuencias. Es el último regalito envenenado que el visir que quiso ser califa en lugar del califa deja a un partido al que le debe todo... incluida su esperpéntica caída.
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