El valor de la estabilidad

Dos factores han sido decisivos para que España saliera de la crisis. El primero ha sido la firme decisión de Rajoy en la agenda reformista. Es cierto que la izquierda prefiere la manipulación e insistir en el término recortes. El objetivo es mostrar un panorama apocalíptico por el que el Gobierno ha destruido el Estado del Bienestar creado por el PSOE, porque antes de su llegada vivíamos en el Neolítico. Los ministros socialistas de Economía fueron una catástrofe sin paliativos. Las reformas muchas veces son impopulares y en mayor medida cuando se aplican en un periodo de grave crisis. Los grandes ministros de la historia de España han sido reformistas, porque sabían que un país y su economía tienen que estar inmersos en un permanente proceso de reformas y modernización. Nunca hay que parar. El otro factor decisivo ha sido la estabilidad política gracias a la mayoría absoluta que tiene el PP. A diferencia de lo que sucedió en 1982 y 2004, la expectativa de un Gobierno socialista es impensable porque sería una coalición amplia donde Izquierda Unida tendría un papel decisivo. Éste es el mejor argumento electoral, incluso para los votantes de centro y derecha que puedan estar enfadados con las medidas reformistas de Rajoy. No creo que nadie sensato pueda esperar que un Gobierno radical de izquierdas pueda ser beneficioso para continuar con el proceso de crecimiento económico. Es un experimento que no nos podemos permitir. Me gustaría mucho que el PSOE español tuviera un líder como fue en su día el alemán Schröeder o es actualmente el francés Manuel Valls, pero miro a la bancada socialista y sólo veo un erial. La alternancia es la base de la democracia, pero los ciudadanos debemos pedir que nos gobiernen políticos preparados. Hemos llegado a un punto en el que el control del partido está en manos de un aparato donde la formación y la experiencia brilla por su ausencia.