Valencia

El voto útil

Los expertos aseguran que la subida de Vox se ha frenado y que el voto de esos sectores sociales que se volcaron con Marine Le Pen en Francia o con Donald Trump en EEUU, siguen votando a la izquierda en España y que, ante el desastre de Podemos, el PSOE recogerá los frutos, aunque nadie se atreve a dar un pronóstico claro.

Los desastres demoscópicos de ediciones anteriores hacen que los especialistas más reputados se agarren a destacar la incertidumbre y no se mojen sobre el resultado alegando diversas razones, como los errores de campaña que se están cometiendo o la emergencia de nuevos partidos que carecían de representación parlamentaria y se desconoce el impacto que vayan a tener realmente.

Todas las direcciones políticas, sin excepción, lanzan mensajes que representan más bien sus deseos que la realidad electoral. Eso sí, para hacerlos creíbles los enredan adecuadamente en los tracking que realizan.

Pero hay cosas que no cuadran. Cuando se sale de la burbuja creada entre periodistas y dirigentes de los partidos, se perciben sensaciones que pueden ser preocupantes y que se ratifican en algunos actos, como el de la ultra derecha llenando la plaza de toros de Leganés.

Ello no significa que necesariamente vayan a sacar muchos votos, sino que sus seguidores están muy movilizados. Lo malo es que el primer mitin de Pedro Sánchez en Andalucía queda ramplón con menos de un millar de asistentes. Tampoco quiere decir que necesariamente al PSOE le vaya a ir mal, sino más bien que el núcleo duro de militantes y simpatizantes está bastante desmovilizado.

Será difícil levantar pasiones porque las bases se sienten maltratadas en algunos sitios donde se ha impuesto el poder de la cúpula frente a la opinión de los afiliados. Que Susana Díaz compitiese en primarias con Sánchez no es razón para que no se reconozca el trabajo de decenas de miles de afiliados en toda España.

Olvidan desde Ferraz que para gobernar tienen que salir bien las cosas por lo menos en Andalucía, Madrid y Valencia, porque en el resto de territorios, bien el PSOE anda bastante flojo o, en otros casos, el número de escaños no hace que se incline la balanza.

No le pasa solo al Partido Socialista. Los líderes luchan contra la fragmentación del voto, que es indicador de una sociedad que está cada vez más dividida. Por eso las proclamas que lanzan los dos grandes partidos se centran en apelar al miedo al contrario y, a la vez, al “voto útil” en un intento de concentrar los apoyos.

Se esfuerzan pero no son muy creíbles, porque no pueden ocultar la división interna provocada por el sectarismo, la purga interna y los ajustes de cuentas. Quienes no son capaces de unir sus organizaciones no son los más indicados para pedir la confianza para unir el Estado.

Si, finalmente, los peores pronósticos se hacen realidad y la extrema derecha sale con fuerza de las urnas, cada uno debería analizar en qué medida es responsable, porque algunos lo son.