Alfonso Ussía
En «Embassy»
A pesar de los esfuerzos y la buena voluntad de Pablo Motos por detener la caída libre de su tocayo Iglesias, «Podemos» se desinfla en las encuestas. No creo que el fichaje del general Rodríguez arregle la situación, porque el general no es Messi. Por otra parte, el sector pijo pijísimo de «Podemos» ha menguado considerablemente. En «Embassy», por ejemplo, ya no se habla de él, como antes de las últimas elecciones municipales y autonómicas. Dijo ella: «Estoy indignada con Papá. Le pedí un “Mini” y me ha comprado un “Seat”. Cada día que pasa estoy más convencida de que hay que votar a “Podemos”». Ella es hija de una amiga de mi juventud y de un hombre entregado al mimo de su producto natural. A los veinte años decidió ser fotógrafa, y su padre le compró todos los elementos fundamentales para consagrar su vocación artística y le alquiló en el barrio de Salamanca un piso para instalar su laboratorio. Durante una merienda en «Embassy» con sus amigos, ella preguntó: «¿Sabéis a lo que ha llegado mi padre?». Silencio en la mesa. «Es tan miserable, que en lugar de comprarme un piso para instalar mi laboratorio, lo ha alquilado. El típico tacaño de derechas. El día que gobernemos los de ‘‘Podemos’’ se va a enterar».
No tuvo éxito en su carrera artística centrada en la fotografía. Se limitó a retratar a veinte o treinta amigos marginales en pelotas, porque ella es moderna y la desnudez no es otra cosa que el estado natural del ser humano. Los amigos marginales aprovecharon las facilidades y la intimidad del estudio artístico, y según he sabido, hubo chicha para todos. Se acercaban las elecciones, y ella quiso ser modelo: «Pero no una modelo esclava de los grandes modistas y las marcas caras, sino una modelo para el pueblo». Y su padre, en contra del criterio de su madre, apoyó a su hija en su nueva andadura. Sucede que igual que para ser modelo de los grandes modistas que serlo para lucir y pasear trapos diseñados para el pueblo, es conveniente reducir el contorno del culo si éste se parece a una rueda de viejo molino. Diseñó sus proyectos, contrató a unas costureras, y pocos días antes de su primer desfile de moda para el pueblo, decidió que su futuro estaba en la aventura ecologista. Y dijo ella. «El antiguo de mi padre me ha dicho que puedo hacer lo que quiera, pero que no piensa ayudarme en mi proyecto de atravesar en moto el desierto de California». No obstante, el padre cedió y ella se fue con un tal Joserra, al que conoció durante un escrache. Volaron en «Preferente» a Los Ángeles, y ahí estuvieron un mes disfrutando de las delicias californianas hasta que se hartó del marginal, le cambió el billete y lo pasaportó a Madrid. Ella se recuperó del cansancio de no haber pisado el desierto unos días más, y les narró la aventura a sus amigas en «Embassy». «Es alucinante. Nunca había visto nada tan alucinante». Pero no aportó más datos.
Caí por «Embassy» días atrás. Ella ocupaba una mesa y esperaba a sus amigas. Me invitó a hacerle compañía. Noté que estaba más cuidada. «¿Sigues con los de “Podemos”?». Y ella respondió: «Bueno, ya sabes que soy muy de izquierdas, y que este mundo hay que cambiarlo. No podemos seguir así, entiéndelo. De acuerdo en que he podido abusar un poco del dinero de Papá y que he tenido la cabeza a pájaros. Y te reconozco que estoy decepcionada con “Podemos”. Ahí, las personas libres y volcadas con la libertad no tenemos nada que hacer. Y no me preguntes a quién voy a votar porque aún no lo sé. Pero qué quieres que te diga».
Creo más en la encuesta de esa mesa en «Embassy» que en las del CIS.
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