Enrique López
En fuera de juego
La desobediencia civil puede definirse como cualquier acto o proceso de oposición pública a una ley o a una política adoptada por un gobierno establecido, cuando el autor tiene conciencia de que sus actos son ilegales o de discutible legalidad. De una manifestación, por muy importante que haya sido, a cometer actos de desobediencia civil hay un trecho que no se debe recorrer. Al margen de las consecuencias legales que necesariamente acarrearían a sus autores, no se debe olvidar que, promovida por responsables públicos, alcanzaría una gravedad mayor, sobre todo para estos últimos. En lo que se refiere al referéndum que se pretende convocar en Cataluña, recuerda mucho a lo que acontece con los goles y el fuera de juego: cuando el árbitro señala un fuera de juego, si el jugador marca un gol, éste no es anulado porque no ha existido, la jugada estaba anulada; cuestión diferente es si el gol sube al marcador y el árbitro lo anula después. En el presente caso no hace falta ser un avispado jurista para saber lo que va a ocurrir. La ley de consultas, por lo que sabemos hasta ahora, tiene claros visos de inconstitucionalidad por invasión de competencias del Estado. El Gobierno está obligado a salvaguardar el orden constitucional, no tiene margen; el Tribunal Constitucional debe producir una suspensión inmediata de las disposiciones recurridas sí o sí, tampoco tiene margen dentro de los primeros cinco meses, y el Gobierno catalán debe acatar estas decisiones. Son las reglas del juego y no hay más opción que el diálogo dentro de los procedimientos legales. Cuando los políticos llevan los debates y conflictos a la calle, los desnaturalizan y corren el riesgo de perder el control de los mismos, lo cual puede resultar peligroso. La desobediencia de hoy legitimará la de mañana.
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