Toni Bolaño
En martes, ni te cases ni te embarques
El próximo martes, el presidente de la Generalitat comparecerá ante los medios de comunicación al finalizar la reunión de su gobierno. En esa comparecencia, Artur Mas, explicará su hoja de ruta. Su decisión final, al menos eso parece, será en martes, y trece.
En los últimos días, el presidente catalán ha intensificado la presión sobre Oriol Junqueras para que acepte sus condiciones para adelantar los comicios catalanes y convertirlos en plebiscitarios. Para ello, ha contado con el apoyo de Carme Forcadell –Asamblea Nacional–, Muriel Casals –Òmnium Cultural–, y Josep María Vila d’Abadal –Asociación Municipios por la Independencia–. El 27 de diciembre los reunió a todos con Junqueras pero el líder republicano resistió el envite. Luego vivieron las descalificaciones públicas de Mas a Junqueras y una nueva reunión del presidente con las entidades cívicas. De esta reunión, sale una misiva de la presidencia de la Generalitat hacia la calle Calabria, la sede de ERC.
En la carta –filtrada «casualmente» a TV3– Artur Mas pone tres condiciones a los republicanos para adelantar elecciones en 2015. Una, la consabida lista unitaria. Dos, listas separadas, pero con Mas de líder de una lista en la que se incluirá la sociedad civil. Tres, redactar una Constitución y seguir consolidando las estructuras de Estado y convocar las elecciones alrededor del 11 de septiembre. En definitiva, el líder de la Generalitat propone a ERC que renuncie a sus aspiraciones, que renuncie al liderazgo del movimiento secesionista –lista de país o Partido del President como les gusta decir a los «voceros» del Gobierno– y que apoye los presupuestos –se votan el 19– si quiere que se redacte una Constitución. Entonces, las elecciones se celebrarían después de las municipales.
Oriol Junqueras si no quiere aparecer como el «botifler» que pone palos en las ruedas al proceso debe doblegarse a las exigencias de Artur Mas, que sigue afianzando su posición caudillista. No sólo quiere imponerle una lista única sino que como alternativa le ofrece una lista en la que la sociedad civil dejará de lado a ERC que ya no estarán bajo el cobijo de los «buenos catalanes». Si no acepta una de estas dos condiciones le dejará un juguete –la redacción de la nueva Constitución– como si fuera un premio de consolación y las elecciones se retrasarán hasta después de las municipales. Y después de las municipales ya se verá, porque Artur Mas ¿adelantará unas elecciones si CiU pierde en los ayuntamientos? Dudoso.
A ERC si quiere elecciones anticipadas no le queda más remedio que anularse como partido político. Esa es la condición que establece un Mas que se siente fuerte arropado por la «sociedad civil» y que no tiene intención de presentarse ante los ciudadanos con una marca –CDC– hecha trizas. El lunes 12 de este mes declara Oriol Pujol, su antigua mano derecha. El 27 lo hará el fundador del partido nacionalista, Jordi Pujol, y hasta las elecciones podemos tener alguna sorpresa más. Razones más que suficientes para que Mas repudie las siglas de CDC y se erija en el líder del movimiento nacional catalán. Es el nuevo caudillo.
De aquí al próximo martes, los republicanos deben dar respuesta a las exigencias del presidente de la Generalitat. Las relaciones entre los dos líderes soberanistas se encuentran bajo mínimos. Si el martes no se llega aún a un acuerdo queda una prórroga de seis días hasta la votación de los presupuestos en el Parlament. Sin embargo, el sabio refranero dice muy claramente que «en martes ni te cases ni te embarques».
Mas está ufano porque parece que gana la partida en el mundo soberanista pero doblegar a ERC no le garantiza ni ganar las elecciones, ni que haya mayoría soberanista en el Parlament.
Mas, el caudillo, ha entrado en una nueva etapa de su desafío secesionista. La novedad es que ahora desafía al Estado y desafía a su principal aliado. Demasiados frentes.
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