ETA

Enaltecimiento

La Razón
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Como ETA ya no mata, ensalzar sus fechorías ya no tiene importancia. Me refiero a la penal. ¡Pelillos a la mar! ¡Qué más dará si esos –los de ETA– ya son el rastrojo de la historia! Eso es lo que parecen querer decirnos los magistrados del Tribunal Supremo que han cambiado la doctrina jurídica en esta materia, al parecer apoyados en una directiva europea, de manera que, para condenar a los enaltecedores del terrorismo, se requiere que sus mensajes lleven aparejado «un riesgo de que se puedan cometer uno o varios delitos» terroristas. Para que lo entendamos, el magistrado ponente ha señalado que «una cosa es proclamar, incluso vociferar... y otra cosa que tal expresión... incite a otros a cometer delitos».

Lo dicho, si los que consumaron sus asesinatos y crímenes sin cuento son ya organizativamente un cero a la izquierda, la figura jurídica que, como señaló el maestro Antonio Beristain, nació «para proteger el derecho de la víctima a la dignidad de su recuerdo» –me refiero al artículo 578 del Código Penal– y que constituyó «la esperanza que emerge de la victimación», ya no es, al parecer, aplicable.

Querido maestro, la luz que nacía de nuestra oscuridad –«in tenebris, lux», escribías en el frontispicio del que fue tu postrer libro– se escapa a borbotones por el sumidero de una política pragmática de la que, sin duda, participan los que, pese a su alcurnia judicial, nunca aprendieron de tu magisterio. Y el principio que tanta veces formulaste –«in dubio, pro víctima», decías para expresar la dogmática penal de nuestro tiempo– se ha ido literalmente a la mierda.

¿Qué podemos esperar ahora las víctimas de aquella violencia, de un sistema de justicia que menosprecia nuestro sufrimiento? ¿Qué pueden esperar quienes, al final, están condenados a aguardar el veredicto que nunca va a llegar porque esos mismos que ahora son tan indulgentes no fueron capaces de resolver los crímenes etarras que se han quedado en el limbo de la justicia?

Coda: me pregunto angustiadamente si los magistrados del Tribunal Supremo extenderán el mismo criterio hacia otros ámbitos en los que quienes cometieron delitos abominables llevan décadas enterrados y las organizaciones políticas que lideraron han desaparecido –no, por cierto, como ETA que aún sigue, aunque renqueante, en su andadura–. Me refiero a los genocidios y crímenes contra la humanidad.

¿Podrá exaltarse a los nazis, a los jemeres rojos, a los hutus, a los chequistas y comunistas de diversos pelajes, y a tantos artífices de esa racionalidad totalitaria que conduce a la limpieza étnica, sin que se mueva un solo papel en las audiencias y palacios de justicia españoles?