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La Razón
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Jorge Sampaoli recomienda a Messi que juegue menos con el Barcelona. Hubiese sido poco o nada honorable si le sugiere jugar peor. Entiendo al seleccionador argentino, y a cualquier otro entrenador que cifra en la salud de sus jugadores una parte importante del éxito de la selección que acude a una cita internacional. Pero Messi, como Cristiano y tantos otros, no ahorra energía. Es egoísta y la pelea que mantiene con el portugués, por llegar cada año primero a la cima del mundo, le estimula. Y al otro también. Así que bienaventurados quienes disfrutan con la contienda. Mil batallas para la guerra de nunca acabar, con un nuevo capítulo casi a diario. El Real Madrid escribirá hoy el suyo otra vez en la Champions. Es el campeón vigente. Recibe al PSG, glamour a la sombra de la Torre Eiffel y millones que brotan de los pozos petrolíferos de Qatar en el Parque de los Príncipes. El Madrid, la solera, se enfrenta a ese nuevo rico que responde al interés por sus jugadores con el pago de la cláusula de rescisión por uno de los tuyos. Si mareas a Verratti me llevo a Neymar. Sin compasión. Y sin posibilidad de réplica. El Bernabéu es clave. «No hay una segunda oportunidad para una primera impresión». La flauta ya le sonó al Barça, que perdió 4-0 con el PSG y luego le eliminó con un 6-1 asombroso en el que confluyeron las gracias de todos los planetas. Es la excepción que confirma la regla de Oscar Wilde, quien también dejó escrito lo siguiente: «Las mujeres han sido hechas para ser amadas, no para ser comprendidas». Si lo afirma hoy, no le salva ni San Valentín, con la que está cayendo. Su misoginia hubiese quedado al descubierto y él, en la hoguera. Ah, también es Miércoles de Ceniza...