Gonzalo Alonso

Escuela Reina Sofía: una constante innovación

De nuevo, al terminar la temporada musical, llegamos al acto de fin de curso de la Escuela Reina Sofía. Como ya es costumbre ha sido el Palacio del Pardo escenario de este encuentro entre alumnos, profesores, patrocinadores, autoridades y personalidades de la vida cultural española, muestra de la filosofía de entronque con la sociedad que promulga el centro, que con tanto tesón y acierto comanda Paloma O'Shea. Sólo los más optimistas podían pensar hace veintidós años que aquella pequeña escuela que creaba la Fundación Albéniz llegaría a convertirse en una de las más prestigiosas del mundo. Los mejores alumnos con los mejores profesores. Gracias a no escatimar ni medios ni esfuerzos, a la imaginación y al tesón de su promotora o de otras personas, como Vicente Ferrer, aquel sueño es realidad. Clave del éxito es el apoyo de un patrocinio privado que no ven sus aportaciones como un donativo sino como una inversión cultural que les produce rendimientos, porque los mecenas son tratados como clientes.

Paloma O'Shea resaltó en su discurso que la escuela «contribuye a que España se haya situado, también en música, entre las naciones más avanzadas» y ello en unos tiempos que «no son fáciles». La Reina, presidenta de honor, entregó los diplomas a los alumnos. Hubo lugar para las oportunas distinciones especiales: RTVE, el consejero delegado de Havas Media, Alfonso Rodés, y el presidente de la Fundación Villar Mir, Juan Miguel Villar Mir, así como a la profesora titular de la cátedra de violín Ana Chumachenco. La Orquesta de Cámara Sony de la Escuela, con Ros Marbá al frente, cerró el acto.

Pero este acto es la excepción anual, ya que la filosofía del centro es nada de fastos sino profundizar en el día a día. Y hay mucho día a día, con áreas relevantes además de la docencia en vivo. El programa www.classicalplanet.com permite disfrutar y aprender con conciertos en directo y con el impresionante fondo didáctico de «Magister». ¿Qué precio tendrían hoy grabaciones de las lecciones de Bach o Beethoven a sus alumnos? La tecnología no les alcanzó, pero la Escuela acumula y ofrece miles de horas de enseñanza de los más relevantes músicos de las últimas décadas. Su Instituto de Cámara es un modelo en el género. Pero, quizá, lo más importante está por llegar: la experiencia didáctica, la imaginación y la permanente labor de investigación en nuevas tecnologías de la Escuela van a hacer posible que este «know-how» se traslade a las enseñanzas medias en lo que puede suponer un hito y una importante fuente de ingresos para Escuela y Fundación. ¡Suerte en este nuevo empeño!