Cristina López Schlichting

Españoles salvajes

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¿Había trituradoras en las clínicas abortistas del doctor Morín? SÍ, dicen los jueces de la Audiencia Provincial de Barcelona, pero –ATENCIÓN– no ven «indicios de delito en que una clínica que se dedica a abortar disponga de un sistema de evacuación de restos biológicos». ¿Hubo falsificaciones documentales? SÍ, dice la sentencia, «la clínica falsificó al menos 83 firmas de varios de los médicos en los informes clínicos y hojas de anestesia», pero –ATENCIÓN– sólo caben sanciones administrativas porque «se hacía en beneficio de la empresa, para evitar multas y nunca con la intención de perjudicar a las mujeres». ¿Filmó la televisión danesa la admisión por Morín de un aborto fuera de plazo a través de una periodista que se hizo pasar por embarazada en avanzado estado de gestación? SÍ, reconocen los magistrados, pero no es una prueba porque constituye «una intromisión ilegítima en derechos fundamentales como la intimidad y la libertad». Estoy completamente escandalizada, dolida y avergonzada de ser del mismo país que los autores de esta sentencia. En las tuberías de los «sistemas de evacuación» de Carlos Morín ha aparecido ADN humano. No quiero pertenecer a una comunidad que considera normal la eliminación de restos de personas por las alcantarillas. Cuando la Prensa danesa destapó el caso de Barcelona no lo hizo por prejuicios de ningún tipo. Sencillamente consideraba que era incivilizada la ejecución sistemática de abortos en embarazos a término. Hoy tendrán razón en Dinamarca al calificarnos de salvajes.