Irene Villa

Esperanza

La Razón
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Pasado mañana se celebra el Día Mundial de la Parálisis cerebral. Los médicos lo definen como trastornos neurológicos que aparecen en la infancia o en la niñez temprana y que afectan al movimiento del cuerpo y a la coordinación de los músculos de forma permanente. El término parálisis se refiere a la pérdida o deterioro de la función motora y cerebral a los hemisferios del cerebro, en este caso afecta al área que dirige el movimiento muscular, sin posibilidad de recuperación. Sin embargo los avances médicos dejan una puerta abierta a la esperanza. Cuando la calidad de vida se convierte en una quimera, en el único objetivo en tu vida, en la meta principal, se agradece que haya gente que trabaje para conquistarla. La esperanza está en muchas personas, instituciones y empresas implicadas en mejorar, no sólo luchando por la integración social y emocional de personas con parálisis cerebral, sino también investigando. Cuando la salud es el talento más preciado, más buscado y menos garantizado, sólo queda luchar por la vida y agradecer. Y precisamente el agradecimiento es fundamental para afrontar la vida de forma positiva, tanto lo bueno como lo menos bueno, porque todo está plagado de enseñanzas y aprendizajes vitales para la siguiente etapa que comienza. Y con esa esperanza hay noticias maravillosas como la de Tomás, un pequeño con parálisis cerebral espástica, superada tras recibir un tratamiento con las células madre de su propio cordón umbilical. Hoy Tomás vive como cualquier otro niño de su edad gracias a este tratamiento autólogo de células madre de cordón umbilical, sin embargo, a su madre los médicos le dijeron que su hijo no sería capaz de caminar o hablar. Por suerte algunas enfermedades pueden tratarse con células madre. La parálisis cerebral no es una enfermedad, sino una discapacidad. De cualquier forma, aceptemos a cada uno como es, con sus peculiaridades y diferencias, con sus mecanismos y con los que la ciencia y los diferentes avances nos ofrecen, para que la calidad de vida deje de ser una quimera.