Vivienda

Estamos lejos de una nueva burbuja

La Razón
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El número de viviendas vendidas durante los siete primeros meses de 2017 alcanzó la cifra de 274.513. Se trata de su mayor número desde el año 2008, momento en el que alcanzaron las 358.748. Este fuerte crecimiento del monto de inmuebles transmitidos (un 13,65% más que en 2016 y un 44% que en 2012) necesariamente debe llevar a plantearnos si estamos ante una dinámica razonable –y sostenible– dentro del proceso de fuerte recuperación económica que estamos experimentando o si, por el contrario, asistimos a la gestación de una nueva burbuja inmobiliaria que terminará explotándonos entre las manos y abocando a nuestra economía al abismo, como ya sucediera en 2008. Y la respuesta es que, al menos por ahora, estamos muy lejos de una nueva burbuja. Es verdad que la cifra de venta de viviendas nos aproxima cada vez más a los récords burbujísticos de 2007 o 2008, pero las condiciones en las que esas ventas se están fraguando son muy distintas. Las burbujas financieras e inmobiliarias suelen estar ligadas a procesos de sobreendeudamiento como consecuencia de la asequibilidad del crédito: los agentes económicos se endeudan por encima de sus posibilidades para adquirir activos que suben y suben de precio. En 2007 se enajenaron 432.608 y se constituyeron 678.546 hipotecas sobre viviendas durante el primer semestre: es decir, los españoles se hipotecaban en masa incluso para propósitos distintos a adquirir nuevas viviendas. Durante los primeros seis meses de 2008, se vendieron 313.248 inmuebles y se constituyeron 477.804 hipotecas: nuevamente, más hipotecas que inmuebles vendidos. Pero, ¿y en 2017? Frente a las 235.672 viviendas enajenadas, sólo se han otorgado 158.993 hipotecas. Esto es apenas el 66% de todas las viviendas vendidas. Por consiguiente, el crédito barato todavía no está regando masivamente nuestro mercado inmobiliario, lo que se traduce en que todavía no podemos hallarnos inmersos en una nueva burbuja. Eso no significa que si el actual contexto de tipos de interés baratos prosigue no podamos estar abocados a caer una: de ahí que ya sea hora de que el BCE comience a cerrar su laxísimo grifo de liquidez.