Enrique López
ETA sigue siendo ETA
Responsables y partidos políticos, así como determinados colectivos, están abogando por buscar una solución final a lo que denominan «conflicto» en relación con la banda terrorista ETA, y ello a través de lo que se llama victimario, convirtiendo a los asesinos en víctimas, sobre la base de superar un dilema consistente en decidir entre una fuerte judicialización contra los criminales, en ejercicio de la justicia debida a las víctimas, o permitir cierta impunidad en sus actos pasados, en aras de la paz, lo cual causa indefectiblemente un justo resentimiento de las víctimas, al no sentir que su crimen fue castigado. Lo que estos proponentes olvidan es que donde han existido este tipo de victimarios, por ejemplo en Suráfrica, previamente se dio una situación de injusticia atroz que determinó los actos terroristas. En España eso no ha existido ni por asomo, lo único que ha ocurrido desgraciadamente es que un grupo de criminales ha estado cometiendo delitos, con el fin de subvertir el orden social y político en contra de la inmensa mayoría del pueblo español. En España gozamos de una regulación que garantiza de forma eficiente los derechos fundamentales, y en concreto el derecho de libertad de expresión, de prensa y el de petición política, pudiéndose debatir casi todo, eso sí por los cauces legales. Esto no es más que proseguir con el insensato proceso de paz iniciado hace dos legislaturas, el cual afortunadamente se paralizó en la actual. La solución de ETA es su disolución; la sociedad española no admite la existencia de un conflicto político, y no entiende los intentos de explicar esta sinrazón sanguinaria. En una democracia se respeta la ley, y esto es lo que tienen que asumir los terroristas, esperando únicamente clemencia. Cualquier otra cosa es convertir a los malos en buenos y legitimar un perverso diálogo.
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