Julián Redondo

Expectantes

Vírgenes llegan Tata y «Carletto» al clásico. Sin heridas de confrontaciones precedentes porque entre ambos no las hubo. Asoman expectantes al partido sin atisbo de contaminación ideológica. Defienden los colores del Barça y del Madrid con la misericordia del recién aparecido, hasta que el balón ruede. A partir de la orden de Undiano quizá todo cambie o la vida siga igual, que es probable. No hay favorito ni pronósticos fiables en encuentros tan emocionantes y delicados. En un Barça-Madrid o viceversa nunca se sabe. Ni siquiera sus recientes partidos en Liga de Campeones sirven de brújula. El Barça pasó por Milán sin hacer ruido ni fútbol; cosechó un triste empate frente a jugadores catalogados en vísperas para animar choques de solteros contra casados. Kaká y Robinho, los exponentes, y ambos, figuras campeadoras que rindieron tributo al ex. El Madrid se deshizo del Juventus con perceptibles dificultades; ganó 2-1 contra once y cuando la «Vecchia signora» perdió a uno de sus hijos (Chiellini) por una arbitraria decisión del árbitro, el que caminaba vencedor no mejoró el resultado.

Barça y Madrid dependen de Messi y Cristiano. El equipo de Martino conserva mecanismos que le hicieron antológico, pero es más lento y previsible, menos profundo e intenso. A pesar de Messi, en proceso de rehabilitación, y de Neymar, que apunta mucho y dispara poco, por ahora. El de Ancelotti se encuentra en vías de formación, buscando estilo. El entrenador aún duda si discute la posesión, y con el Barça lo tiene crudo, o juega descaradamente al contragolpe. Cristiano es su hombre. Está en forma y con hambre de gol. Pero tiene un problema: Di María o Bale, el rendimiento o la incógnita. Ésa es la cuestión.