Iñaki Zaragüeta

Fabra, ¿manos a la obra?

La decisión con que Alberto Fabra ha afrontado las declaraciones con tinte crítico de Rafael Blasco, más allá de la consecuencia inmediata de la expulsión del partido, ha abierto una vía ineludible. Demasiadas turbulencias estaban acumulándose como para mirar hacia otro lado.

Es indiscutible que el presidente de los populares valencianos aprovechó la ocasión que le brindó Blasco, intencionada o involuntariamente, para solventar la contradicción entre la petición de once años y medio de prisión por parte de la Abogacía de la Generalitat y su permanencia en el partido. En clave interna, Fabra se ha hecho algo más fuerte. Era necesario un golpe en la mesa y sus compañeros le apoyarán en esta andadura de ejecutar la sentencia del Comité de Derechos y Garantías. La experiencia del PP en este tipo de ocasiones se distingue por la escasez de deserciones.

A la interpretación orgánica se suma la imagen al exterior. Fabra sabe que el despido de Blasco no hace resplandecer definitivamente el escenario popular. Mi amigo Rogelio cree que está obligado a abrir más el melón a costa de algún otro imputado, más aún después de este episodio. Distinguir según las causas. De cara a los ciudadanos no puede limitarse a ser fusta de críticos y aceptar la convivencia, sin embargo, con según qué delitos, por muy presuntos que éstos sean. Es probable que con Blasco tan sólo se haya cerrado un capítulo de la obra. Así es la vida.