Alfonso Merlos

Fascinación y contagio

¡El remate de la feria! Ahora resulta que los nacionalistas vascos han descubierto que el verdadero camino de prosperidad, felicidad, serenidad y realización para el futuro de su pueblo pasa por copiar el modelo del Mesías Mas. Estaba al caer y el Aberri Eguna ha sido el momento perfecto para coger el megáfono y vocear, subrayar a las claras, que el lehendakari está definitivamente contagiado y fascinado con la hoja de ruta hacia la nada de los separatistas catalanes. (¡Pobres hombres!).

Diríase que Dios los cría y ellos se juntan. ¡Y vaya compañías! ¿Alguien con dedo y medio de frente puede pensar y defender públicamente que el País Vasco y Cataluña tienen derecho a decidir en solitario contra el resto de España y los españoles? ¿Es posible coger las leyes y la Constitución de manera más obscena, arrugarla, hacerla una bola y tirarla a la papelera? ¿Con qué consecuencias? ¿Alcanzando qué nivel de procacidad y majadería?

¡Qué va! Así no se hacen las cosas. Aquel chantajista que entiende que sumándose a un nuevo compinche puede hacer retroceder al Estado de Derecho está algo más que equivocado. No hace sino demostración de insensatez, inconsciencia, imprudencia. Y no retrata sino su patético victimismo adornado por una ensalada de mentiras y aliñado por gotitas de propaganda: ya se sabe, los legendarios bulos y las míticas farsas del ahora llamado pomposamente soberanismo periférico.

Esto no es serio. Ni lo de Urkullu ni lo de esos alquimistas de la política que consideran que todo vale, que no hay límites a la hora de desafiar las reglas establecidas, que se creen que todo el campo es orégano. El PNV, si sale a por lana, terminará trasquilado. Como CiU. Al tiempo.