Marta Robles

Frágiles

Las mujeres aún somos frágiles en este mundo nuestro de hombres que continúa siendo desigual y en el que tan desgarradoras cifras de malos tratos se escriben; pero hay otros mundos en los que somos más frágiles aún. En ésos, en los más desfavorecidos, es donde las mujeres desaparecen tantas veces, antes de serlo, río abajo, abandonadas por sus madres, cuando no hay pan para repartir en la familia, donde son lapidadas por un pestañeo que las convierte en adúlteras o donde se les practican ablaciones en nombre de la tradición. Las mujeres somos frágiles en todas partes, pero más aún donde la pobreza y la ignorancia campan a sus anchas. Por eso las mujeres de los países más pobres, sueñan con encontrar un hueco entre nosotros. No saben que, en este universo nuestro, algo menos despiadado, también existen espacios de pobreza que multiplican la fragilidad femenina. Es verdad que hay leyes, pero con tantas lagunas como para que un hombre, con orden de alejamiento, pueda maltratar legalmente a su mujer y a su hija, no sólo incumpliendo sus obligaciones económicas, sino, además, echándolas de la casa en la que viven, a través de un desahucio. Es el caso de Rogia. Una mujer sudanesa que luchó por venir, por traerse a su hija, por conseguir ser legal y por liberarse del maltrato, pero que ha estado a punto de ser desahuciada por su marido y maltratador. «Desahuciarla es otra forma de maltratarla», dicen, pero Rogia, que es pobre y frágil, sabe que, aunque parezca una locura, la Justicia está a favor de su marido y que las historias de mujeres frágiles como ella no suelen tener un final feliz.

el año pasado y 36 más que el anterior– pero sí sé, porque también lo cuentan las cifras, que la realidad es mucho más dura, que sólo se denuncia el 69 por ciento de los casos y que urge tomar medidas con las que proteger a las víctimas, pero de verdad...