Cástor Díaz Barrado
Fragilidad yemení
Las acciones militares que una coalición árabe está llevando a cabo en Yemen, liderada por Arabia Saudí, se justifican por la petición realizada por el Gobierno yemení para combatir a los rebeldes hutíes. No se han producido, por ahora, reacciones internacionales significativas en torno a la licitud o ilicitud de un comportamiento de este tipo en el que han bastado la autorización del presidente Abdo Rabu Mansur Hadi y la invocación al Consejo de Cooperación del Golfo para que las acciones militares se desarrollen con apariencia de legalidad internacional. Lo que se debate, en la actualidad, en Yemen va mucho más allá de las cuestiones jurídicas, que, como se sabe, siempre son de gran relevancia en el orden internacional. Por lo menos, estamos en presencia de cuestiones que afectan a los principales componentes que delimitan el reparto de poder en el Próximo Oriente. El papel que Irán y Arabia Saudí deben jugar en la región se ve reflejado en el conflicto que se está desarrollando, con toda intensidad y virulencia, en tierras yemeníes. La división entre sunitas y chiítas dentro de la realidad musulmana adquiere, en este caso, su propia significación y, por si fuera poco, se suscita de nuevo la escisión de Yemen y la eventual creación de dos estados irreconciliables. Va a ser difícil encontrar una solución que traiga consigo una paz estable y duradera en esta parte de la región árabe y todo hace presagiar, infortunadamente, que Yemen se va a sumar al número de países árabes que han entrado, desde la denominada «Primavera», en una situación de verdadera guerra civil, como es el caso de Siria o Libia. La región árabe se encuentra ciertamente convulsa y se han esfumado muchas de las esperanzas puestas en el establecimiento de regímenes democráticos. Lo más urgente ahora es que, sobre la base del respeto a los derechos humanos, se alcance la pacificación en la zona, lo que no tendrá lugar sin que se produzcan decisiones por parte de la comunidad internacional y, en particular, por quienes tienen la principal responsabilidad en el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales. La voluntad de crear una fuerza árabe conjunta en el seno de la Liga Árabe se puede quedar en una de tantas propuestas si no se logra el acuerdo de los principales países árabes implicados en cada uno de los conflictos y, asimismo, el compromiso de los actores esenciales de la comunidad internacional, principalmente Estados Unidos y Rusia. Todo parece indicar que, durante bastante tiempo, la inestabilidad y la fragilidad van a reinar en la región.
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