Toni Bolaño
Generosidad es dimisión
Artur Mas no parece que sea un experto jugador de mus. Más bien es un principiante. Hace dos semanas lanzó un órdago a la grande. Lo arriesgó todo para ganar la partida. Hasta ahora la tiene perdida. Su órdago no funciona. No se le puede acusar de no intentarlo todo pero sus esfuerzos son vanos. ERC le ha salido rana. Igual que a Maragall y a Montilla, pero a Mas le han durado menos. Apenas 100 días. Oriol Junqueras se ha subido a la parra y no atiende a razones. No quiere saber nada de recortes renegando del acuerdo de estabilidad firmado como quién dice antes de ayer y se sitúa en su nube irreal cuando habla sin fundamento –y sin conocimiento– de que EE UU reconocerá el primero al nuevo estado catalán y que los bancos europeos abrirán el grifo de crédito a la nueva Cataluña independiente.
Mientras Junqueras juega con su castillo de naipes, las farmacias siguen sin cobrar. Igual que hospitales y escuelas. Del tercer sector ni hablamos, claro. Rajoy le ha abierto la mano con el déficit pero como mucho quedará en el 1,5%. El tijeretazo subirá por encima de los 3.000 millones. Ahí es nada. Los socialistas, todavía escaldados con el derecho a decidir, no quieren ser los samurais del siglo XXI. El harakiri es muy doloroso y dos, en tres meses, son multitud.
Conclusión, pasa el tiempo y el órdago se diluye. Avances cero. El presidente catalán hizo esta semana de tripas corazón y pidió socorro. Pidió a los partidos generosidad porque el país está mal. Tiene razón. Cataluña está mal, pero por culpa suya. Se metió en un jardín del que no sabe salir. Este trimestre se lo recordará con ganas. Se deben pagar más de 4.000 millones y en caja no hay ni para pipas.
Podía empezar la generosidad por él mismo. Suya es la culpa de la situación. Suya debe ser la asunción de responsabilidades. Suya debe ser la dimisión y su retirada para empezar una nueva partida. Ya no tiene al que era su fiel escudero Oriol Pujol y la cacareada consulta es sólo una mala canción de bar de baja estofa. Para colmo, el lío de la infanta. Miquel Roca será su abogado junto con el bufete Molins-Silva. Toda una ristra de apellidos vinculados al nacionalismo, afanándose en salvar la corona. ¡Quién lo iba a decir! Pues eso, generosidad.
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