Toni Bolaño
Gobierno de unidad
La última encuesta publicada ha sido todo un txunami en las filas de Convergència. El desconcierto es total y en Unió la crítica ha subido peldaños. En unos y otros, el malestar es evidente con Esquerra Republicana. Todavía con la boca pequeña, les acusen de deslealtad, de dejar al gobierno de Mas al pairo. Atado de pies y manos por falta de financiación, abocado a recortes y más recortes y sin apoyo parlamentario alguno, Convergència ha entrado en barrena. Su electorado, las clases medias, le han dado la espalda y se han echado en brazos de los que prometen una solución a corto plazo, los que auguran que con la independencia los problemas de la crisis serán cosa del pasado.
En CiU, empieza a calar la idea que ERC nunca ayudará. Ya le conviene que la situación se deteriore. El llamamiento de Francesc Homs, por enésima vez, a Junqueras para que entre en el gobierno era más un deseo que una posible realidad.
Mas está enfangado en su propio cenagal. Es el cazador, cazado. Cuando perdió las elecciones, se afanó a gestionar la derrota. No quiso dar un paso atrás aplazando el debate identitario.
La política cotidiana no aportaba perspectivas de éxito a corto plazo, la crisis seguiría golpeando y el malestar aumentando. Por eso, creyó encontrar su piedra filosofal. Se agarró a este clavo ardiendo, llamado proceso de transición nacional, como eje de su estrategia. Un eje que sólo ha beneficiado a ERC. Él paga el desgaste.
Ahora la incógnita está en cómo salir este bucle envenenado. Descartada ERC, so pena que Mas quiere ser un mero títere, sólo puede mirar a los socialistas. El PP, su otrora socio, no está ni se le espera. Hace pocos días, Pere Navarro, resucitó la idea del gobierno de unidad en El Debat de TVE.
Renunció a pedir la dimisión de Mas, aceptó su presidencia en este gobierno, y apuntó su propuesta federalista como una salida, para socialistas y nacionalistas. De hecho, eludió exigir que CiU aparcara el proceso soberanista.
Con un PSC en horas bajas –su caída en las encuestas sigue sin tocar suelo– la propuesta de Navarro ha pasado con más pena que gloria. Pero está ahí. Mas puede recoger el guante. Descartado un adelanto electoral –por suicida- y la dimisión del presidente –que no es descartable según evolucionen los acontecimientos– a Mas sólo le queda el PSC y, quizás al PSC sólo le queda Mas. ¿Éxito? Dudoso. Son dos náufragos asidos al salvavidas del desconcierto.
✕
Accede a tu cuenta para comentar