Ely del Valle

Golpear una pared

El Pleno del Tribunal Constitucional falló el pasado martes lo que era obvio: que Cataluña no puede convocar unilateralmente un referéndum para decidir sobre su independencia. Claro que eso al clan pujolense le trae al pairo porque si por algo se caracteriza el llamado movimiento independentista catalán es por su maestría a la hora de aplicar el corta y pega a conveniencia. Lo hace con la Historia, que interpreta como mejor le parece, y ahora también con la sentencia del TC de la que Mas ya ha dicho sin que le tiemble el tupé, que lo único que le interesa es la frase donde se avala «su» derecho a decidir saltándose a la torera el resto del párrafo que condiciona ese derecho a un cambio previo de la Constitución que lo haga posible.

Llegados a este punto, lo más indignante ya no es esa tozudez en llevar adelante un proceso ilegal, ni el descaro a la hora de vender una moto que sale gripada de fábrica, ni siquiera la tabarra insufrible a la que nos está sometiendo, sino la guasa con la que nos llama tontos a todos. PP y PSOE andan estos días consensuando una postura común para volver a decirle a don Arturo, esta vez en sede parlamentaria, lo que ya le han dicho legisladores, organismos internacionales y hasta el «Sursum corda». Da igual. Él seguirá adelante aplicando el Photoshop a una realidad que se le resiste porque ha cogido un tren que no tiene frenos. Con lo que se diga en el Congreso el próximo 8 de abril, él y su mariachi se harán una versión ad hoc para continuar haciendo eslalom, y, por mucho que queramos convencernos de lo contrario, así van a seguir hasta que alguien encuentre la manera definitiva de demostrarles que, como decía Coco Chanel, es inútil golpear una pared con la esperanza de abrir una puerta.