Restringido
Habas contadas
Draghi no baja los tipos de interés. Bernanke no los sube. Rajoy no ha hecho nada malo. Mas, tampoco. Griñán, un santo. Rubalcaba, canonizable. El FMI, inflexible e inoportuno. Y, para inoportuno, Almunia.
¿Me voy de vacaciones y lloro allí o lloro aquí y no me voy de vacaciones? Porque lo de llorar parece seguro. Pero no hay que llorar. Hay que saber lo que va a pasar. Así estaremos menos intranquilos. (No he dicho «más tranquilos»). Son cinco cosas:
1. Nuestro compromiso de reducir el déficit de 91.000 millones en 2011 a 70.000 en 2012 (hecho), y luego, año tras año, hasta 30.000 en 2016. Estamos en el buen camino, por lo hecho, y ante un camino duro, por lo que falta por hacer.
2. Algún día, habrá que reducir nuestra deuda de 928.000 millones a 600.000. Eso nos pasa por ir a Maastricht hace unos años y firmar lo que firmamos. Hay que leer antes de firmar. (Ayer, Xavier Trías, alcalde de Barcelona, dijo que de más endeudamiento, nada, que luego hay que devolverlo. Estos chicos se van enterando).
3. Si las pymes y las no pymes funcionan, habrá esperanzas de que baje el número de personas sin empleo. En el primer semestre, CatalunyaCaixa, del dinero que le hemos dado, ha destinado 1.850 millones para 25.000 créditos a empresas, a 74.000 euros por empresa. Menos da una piedra.
4. Cuando a las autonomías les dicen que se porten bien, contestan: «tú, también». Algo habrá que hacer con el modelo de Estado, que es insostenible. (O inaguantable, como queráis.)
5. Si, además, nos decidiéramos a ser honrados, ¡la locura!
Con esas cosas claras, podemos irnos tranquilos de vacaciones. Tranquilos, tranquilos, no. En algunas, nosotros tenemos responsabilidad. Ser honrado es responsabilidad de todos. Sé que los que mandan tienen más responsabilidad. Pero eso no es excusa para que yo no sea honrado.
Otra responsabilidad nuestra es la exigencia hacia nuestros empleados, los gobernantes, para que manejen bien nuestro dinero. Cuando el alcalde de un pueblo catalán anuncia que dará servicios médicos no cubiertos por la Generalitat, pagados por el ayuntamiento, pienso: «eso es un alcalde». Luego veo que la Generalitat se va a gastar unos millones en el aniversario de la derrota de 1714 y el centenario de un poeta, y entiendo por qué no hay dinero para pagar esos servicios médicos. A eso, en mi tierra, le llaman habas contadas.
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