PSOE

Habló la andaluza

La Razón
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Pedro Sánchez y los líderes territoriales socialistas no hablan desde hace un par de meses. La información, conocida por algunos, la hizo pública esta semana el presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara. Y no sólo le echaba la culpa a su secretario general: «Probablemente el 50% es decisión suya y el 50% es decisión mía... Él tiene mi teléfono y yo el suyo, es decir, probablemente sea responsabilidad compartida. No es bueno para nadie que no haya un diálogo fluido, pero asumo mi parte de responsabilidad», comentó en una entrevista en Antena 3, la misma en la que certificaba que no hablaba con Sánchez desde el 9 de julio, fecha del último comité federal.

Pero el secretario general no quiere hablar con sus barones por dos motivos: evitar cualquier debate sobre su liderazgo en el partido pero, sobre todo, que no le echen en cara su decisión de iniciar una nueva ronda de conversaciones con los partidos para intentar formar un gobierno alternativo a Rajoy. Una decisión que fue tomada por su ejecutiva y de la que los secretarios regionales se enteraron por la prensa. Quizá por eso sólo habla con la presidenta del Gobierno balear, Francina Armengol, y se ha visto con el presidente asturiano, Javier Fernández, con motivo de la clausura de la Escuela de Verano de UGT. Poca cosa es eso.

Pero este no hablar tiene fecha de caducidad. El 26 de septiembre, tras las elecciones vascas y gallegas, deberá reunirse el Comité Federal, y esa reunión no va ser fácil, a juzgar por los resultados que las encuestas vaticinan a los socialistas. Quizá por eso Pedro Sánchez, que de supervivencia empieza a saber mucho, diseñó otro escenario para esa reunión. Si conseguía que Ciudadanos y Podemos levantaran sus vetos para formar gobierno, podría contar con una mayoría absoluta suficiente, aunque siempre necesitaría para validarla al comité federal. Es decir, que podría fracasar en ambas elecciones, pero nadie le impediría vender una alternativa a Rajoy o, en su mejor escenario –si Feijóo no tuviera mayoría absoluta– la posibilidad de que los socialistas gobernaran o colaboraran con los gobiernos salientes de ambas comunidades. Una buena estrategia. ¿O no?

Si algo llamaba la atención en estos dos meses pasados era el silencio de la presidenta andaluza, Susana Díaz. Es verdad que su secretario de organización, Juan Cornejo, ha recordado las palabras de su jefa en el último comité federal calificando de «pesadilla» la posibilidad de formar un Gobierno con Podemos y los nacionalistas, pero es que ayer mismo, la propia Susana quiso tocar la campana. Y suele elegir bien el momento.

El contexto era la petición a Rajoy de que diera un paso atrás a partir de la puesta en marcha de la investigación a Rita Barberá, y el escándalo de la propuesta/despropuesta de José Manuel Soria. Pero eso no fue lo importante. Su mensaje principal estaba dedicado a Pedro Sánchez: «Siempre he defendido que con 85 escaños no se puede gobernar este país y hay que hacer una oposición útil». Es decir, que se cargaba la posibilidad de ese gobierno en minoría que Sánchez está intentando pergeñar; se cargaba la posibilidad de unas terceras elecciones «que los ciudadanos no entenderían»; y terminaba con una advertencia: a partir de ahora, sólo hablaría en los órganos del PSOE, en clara alusión a ese próximo comité federal. Le faltó añadir «aunque me graben lo que diga». Es decir, que el PSOE se mueve. Y el objetivo no es otro que consensuar una solución del partido al bloqueo institucional que su secretario general mantiene. Veremos.