Enrique López

Hacia la Cuba libre

La Razón
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Hace escasamente unas horas ha sido detenido un corresponsal de TVE en Cuba mientras entrevistaba a un periodista cubano en pleno Malecón, y todo ello como consecuencia de que un patriótico ciudadano anónimo, tras oír las preguntas y respuestas que se referían al futuro político de Cuba, llamó a la Policía; a renglón seguido ambos periodistas fueron detenidos y conducidos a una comisaría, estando retenidos durante tres horas. La versión oficial del Gobierno cubano es que esta detención se hizo por una razón de profilaxis, término que recordemos se utiliza para definir el conjunto de medidas que se toman para proteger o preservar de las enfermedades. Y esto es así, la libertad de expresión y de prensa son consideradas enfermedades por el régimen cubano, porque su carácter dictatorial es difícilmente insoslayable, a pesar de lo que se dice y se oye en los últimos días tras la muerte del artífice de la llamada revolución cubana. Es absolutamente comprensible que los gobiernos democráticos y en especial España, por nuestra especial relación con la isla, sean cautelosos y sobre todo prudentes en sus pronunciamientos y en cuanto al tratamiento de la nueva situación, pero lo que llama la atención es el esfuerzo por parte de algunos de edulcorar la situación política en Cuba, justificando no solo al régimen, sino las consecuencias que para el desarrollo y respeto de los derechos fundamentales tiene aquél. En España cuando se reclamaba un cambio político hacia una democracia, algunos decían que ya existía bajo el eufemismo de denominarla democracia orgánica. Este sistema político que padecimos está conceptualizado en la ciencia política como un modelo en el que la representación popular no se ejerce a través del sufragio universal, sino a través de las relaciones sociales naturales como la familia, el municipio o cualquier órgano de decisión delegada. No olvidemos que se trata de una democracia que rechaza los principios liberales, el parlamentarismo y los partidos políticos. ¿Cabe mayor oximonórica contradicción? Resulta cuando menos pintoresco que desde fuera de Cuba, por personas que no sufren las consecuencias de la falta de libertades públicas, y precisamente en el legítimo ejercicio de estas libertades aseguradas en democracias como la española, nos intenten convencer de la bondad del sistema político cubano, por más que persiguiera en su momento la superación el régimen político predecesor. Decía Paul Auster que «para los que no tenemos creencias, la democracia es nuestra religión». Esto es así. La democracia es lo que nos une a todos al margen de nuestra ideología y de nuestras creencias; la democracia como expresión del respeto a las diferentes ideologías y sobre todo a las reglas de la mayoría expresadas en las urnas, a las que parece que el artífice de la Revolución fue alérgico durante toda su vida. Cada vez creo más en la frase de Chertestenton: «No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución». Y es así. Por ello se debería redoblar la presión de la ONU sobre el régimen para forzar cuanto antes una pacífica transición política en Cuba.