Debate de investidura

Hacia una salida imaginativa

La Razón
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El caso es, después de tanta palabrería inútil, que no se trata de hilvanar una investidura con retales gastados y descoloridos de aquí y de allá, sino de construir un Gobierno sólido con las ideas claras y suficiente respaldo parlamentario, capaz de impulsar las transformaciones precisas, abordar el problema regional, consolidar la recuperación económica, afianzar el Estado de bienestar y pisar fuerte en Europa. Una investidura prendida con alfileres conduce a un Gobierno maniatado e inútil. Ni Mariano Rajoy (PP) ni Pedro Sánchez (PSOE), que han sufrido ya el rechazo del Parlamento, están hoy en condiciones de encabezar un Gobierno fiable. El dirigente popular y presidente en funciones, porque, con independencia de sus indudables méritos como gobernante en una coyuntura muy difícil, carga con la responsabilidad política de las corrupciones de su partido y sufre el rechazo de todas las fuerzas de la oposición, incluido el de su socio de ocasión, el ciudadano Albert Rivera. (Había que ver su cara ojerosa en la pasada sesión de investidura y el escaso entusiasmo de la bancada de los suyos votando «sí»). Y en el caso del dirigente socialista, por su fracaso electoral, lo reducido de su grupo parlamentario, su débil liderazgo dentro del partido, lo discutible o peligroso de los apoyos en que se sustentaría y su pérdida de crédito en todo este penoso proceso con la pancarta del «no» como única aportación. Ninguno de los dos, pues, está en condiciones, por mucho que se autopostulen y finjan esfuerzos de diálogo, de recibir otra vez el encargo del Rey.

Descartada, pues, por inviable, pase lo que pase en Galicia y en el País Vasco, una nueva sesión de investidura con Rajoy o Sánchez de candidatos, no queda más remedio que buscar entre todos, con generosidad y realismo, si se quieren evitar unas terceras elecciones, una salida imaginativa, que algunos propusimos ya tras las elecciones del 20-D. Hoy, la mayor parte de los observadores consultados son partidarios de ella. Se trata de la formación de un gran Gobierno encabezado por una persona de trayectoria impecable, independiente o no, aceptada por la mayoría, dialogante, de firmes convicciones constitucionales y con suficiente experiencia política. En ese Consejo de ministros, plural, con miembros de peso, debería haber, por voluntad del electorado, una mayoría del PP, junto con personalidades independientes y de otros partidos del arco constitucional. En los cenáculos y centros de análisis se barajan a estas horas media docena de nombres para encabezarlo, que se repiten en todas las quinielas desde hace meses. Hacia esta solución deberían encaminarse los contactos y los esfuerzos de los dirigentes políticos, reanudados ayer. Se busca el «tercer hombre», que bien puede ser mujer. Lo demás es perder el tiempo y hacernos perder a todos la paciencia.