Julián García Candau

Hay tradición

Jugó bien el Valencia y remató mal. Jonas tuvo un par de ocasiones claras de gol y marró. No fue el mejor Madrid, pero puso la eliminatoria a su favor. Tiene más pegada. El Valencia creó jugadas que pudieron dejar a Soldado solo ante Casillas y quien falló fue el árbitro, Muñiz «Gomina» Fernández. Que el Valencia no acertara está en el guión de la película. Que el Madrid no desaprovechara sus mejores ocasiones también está en los escritos. Que Muñiz perjudicara una vez más al Valencia está en hechos consumados y constatados.

Los árbitros no son siempre los más listos de la clase y de ahí que tengan derecho constitucional a equivocarse. Lo malo está en la contumacia en el error. Como en los fueras de juego inexistentes y que impidieron que Soldado se encarara con su amigo Casillas. Karanka, que, aunque vasco no es unamuniano, justificó las barrabasadas arbitrales diciendo que ninguna de las acciones anuladas acabó en gol.

De lo ocurrido en el Bernabéu únicamente tiene perdón Muñiz en el segundo gol madridista. Si fue la mano de Guardado o la de Higuaín, a lo Maradona, la que llevó el segundo tanto al portal de Guaita, es duda mantenida incluso después de ver la jugada repetida por televisión. Lo que no tiene absolución son los fallos garrafales de Jonas.

Posdata. 1930. Escándalo arbitral en Mestalla (2-5). En Madrid, tras el 0-2, le anulan dos goles y el capitán ordena a sus compañeros abandonar el campo.