Alfonso Ussía

Histórica efeméride

Me extrañó que un diputado comunista por Valencia se retratara en la tribuna del Congreso con una bandera republicana. Está prohibido y el Congreso de los Diputados no es una caseta de feria, pero poner orden en este asunto le corresponde al Presidente de la institución parlamentaria. No creo que sea conveniente que el resto de los diputados, animados por la falta de reacción de quien tiene el deber de reaccionar, conviertan el Congreso de los Diputados en un local de moda para fotografiarse. Podrían darse situaciones confusas. -Señor Presidente, no podemos iniciar el pleno porque están fotografiando a una pareja de recién casados-; - no hay problema. Me avisa cuando hayan terminado de posar-. Ante todo, talante y tolerancia.

Después supe que el diputado comunista, su señoría don Ricardo Sixto, había posado con esa grímpola efímera por entusiasmo conmemorativo. Lo hizo durante el 14 de abril, que según mis asesores en datos históricos, es el día de la República. De acuerdo a esos derechos, el Día de la Madre todas las señoras diputadas que han tenido la maravillosa experiencia de dar a luz a un hijo, podrán fotografiarse en la tribuna del Congreso con la familia. Y el Día de la Bicicleta, se podrán inmortalizar los ciclistas que lo deseen, siempre que acrediten previamente su condición de ciclistas, recordándoles que la bicicleta no es un documento acreditativo porque una bicicleta la puede comprar cualquiera.

El señor Sixto, don Ricardo, hace bien en emocionarse recordando la proclamación de la Segunda República. Los recuerdos de la niñez conmueven sobremanera. Está bien conservado. A primera vista, parece un hombre de edad cumplida pero aún primaveral. Cuando se proclamó esa cosa que nos llevó a los españoles a una Guerra Civil –su presumible legalidad se esfumó en 1934 por un golpe de Estado en el que participó el partido del señor Sixto, don Ricardo–, corría el año de 1931. Se trata de un republicano que se mantiene muy bien. Pero un hombre de sus años, y de aquellos tiempos, tiene que saber que para posar de esa guisa en la tribuna del Congreso está obligado a solicitar un permiso especial, con muy probable respuesta negativa. Quizá por ello optó por hacerlo con premeditado sigilo, lo cual tan sólo demuestra que es sigiloso, demostración absolutamente innecesaria en mi modesta opinión.

¿República Española? Cuesta creer en el apellido de aquella Segunda República en la que vitorear a España se consideraba un delito y que la aclamación oficial se resumía en el patriótico «Viva Rusia». Aquel Madrid republicano, con Stalin y Lenin cubriendo los espacios abiertos de los arcos de la Puerta de Alcalá. Aquella República que en sus primeros pasos incineró conventos e iglesias con su extraordinaria riqueza artística y cultural. Aquella República en la que, desde el mismo lugar que se ha fotografiado el señor Sixto –don Ricardo– con la efímera grímpola separadora, los diputados de su partido se permitían el lujo de amenazar de muerte a otros representantes de la soberanía popular, amenazas que se tradujeron en eficaces crímenes, como el de José Calvo Sotelo. Son pequeños retazos, detalles sin importancia de aquella Segunda República que tanto añora el fotografiado.

Han transcurrido más de ochenta años desde aquello y aún tenemos pelmazos que confunden las cosas, llevados más del hígado que de la lectura. Discusiones aparte, lo que nadie que haya leído un poco pone en duda es que aquella Segunda República fue un desastre, una experiencia pésima y una decepción generalizada. Desde el «no es esto, no es esto» de Ortega y Gasset, al «cómo nos hemos equivocado» del doctor Marañón. Una intelectualidad desbordada por los acontecimientos, una depresión constante y una corrupción política que a punto estuvo de terminar con España.

Desde el profundo respeto que me merecen todos los que tienen y defienden las ideas republicanas, creo que ahí, nada, o muy poco, tienen que hacer los comunistas. De ser republicano, ninguna visión heriría más mis ideales que la contemplación de un comunista con la bandera extinguida. La Primera República, también de desastroso recuerdo, mantuvo la Bandera de España sin encontrar en ese mantenimiento problema alguno de identidad.

En aquellos tiempos se enfrentaron dos revoluciones sociales en el mundo. La proletaria y la burguesa. El comunismo y el fascismo. Han pasado ochenta años, y del segundo apenas queda nada porque la evolución ha calmado actitudes y de la violencia se ha pasado a la palabra, el respeto, el liberalismo y la tolerancia. Pero el comunismo sigue e intenta dar lecciones cuando ha sido el sistema más sanguinario de la Historia. Si yo fuera republicano, la imagen de una manifestación presidida por Cayo Lara, Llamazares, la chiflada del sur y Guillermo Toledo con banderas republicanas me ayudaría a pensar con más sosiego. Esa foto ha constituido una birria.