Elecciones catalanas
Iceta rompe los planes de Sánchez
Pedro Sánchez lo ha intentado: ponerse de perfil. Conclusión: no puede. Un nuevo modelo de financiación autonómica es un asunto de tal complejidad que requiere la implicación de todos. También del propio secretario general del PSOE, que ha buscado dejar la patata caliente en manos de sus baronías para tratar de evitarse problemas internos. Miquel Iceta, con quien Sánchez habla a diario, lo ha hecho ya imposible.
La idea de una quita de la deuda catalana, así como para las comunidades infrafinanciadas, lanzada por el primer secretario del PSC, ya fue vendida el pasado verano por el secretario de Organización, José Luis Ábalos. Enseguida se resintieron las costuras de las siglas. El propio Ábalos lo habló con Sánchez y terminó por matizar que se trataba de una opinión personal, que no era colegiada ni estaba contemplada en la Declaración de Barcelona aprobada por el partido. En este punto, es imposible no subrayar que la partida es ahora más delicada e Iceta, al igual que los demás candidatos, se mueve con la mirada puesta en la campaña electoral y el resultado que se produzca después del 21-D en Cataluña.
Andalucía se ha puesto en guardia, también Asturias, pero el rechazo frontal ha llegado desde Extremadura, al tiempo que todos han mostrado el descontento con el sistema actual para hacerlo más equitativo. Todos se sienten perjudicados por el modelo de financiación actual. No les falta razón. Desde luego. Pero cabe recordar que se aprobó en tiempos de José Luis Rodríguez Zapatero y con la venia de algunos de esos presidentes socialistas que ponen ahora el grito en el cielo ante un modelo que no ha conseguido articular la solidaridad interterritorial. La revisión, qué duda cabe, es urgente, pero debe hacerse sobre la base de la necesaria igualdad de financiación para el ciudadano de a pie en todo el territorio español.
A partir de aquí, más allá de las negociaciones cruzadas entre el Gobierno y las autonomías, Sánchez tiene la obligación de ejercer su liderazgo y unificar las posiciones de sus presidentes autonómicos. Evidentemente, el desafío es grande y el propio líder socialista sabe que a la hora de la verdad arrancará una batalla en la que cada gobierno regional aparcará sus colores políticos para defender el «qué hay de lo mío». Aun así, hay voces cercanas a Sánchez alentándole a asentar, al menos, unas premisas claras encaminadas a resolver el difícil sudoku.
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