Siria

Ignorancia suicida

Decenas de cristianos están siendo asesinados diariamente sólo por serlo. A veces –como en Pakistán o en Nigeria–, sus muertes saltan a los medios de comunicación, porque son fruto de un atentado. En otras ocasiones, la persecución es tan masiva que la comunidad internacional llega a alarmarse, como en Egipto. Y en otras, los intereses económicos llevan a las naciones de mayoría cristiana a mirar hacia otro lado o incluso a aliarse con los que los persiguen, como en Siria, donde los islamistas están recibiendo el apoyo de Occidente. Pero en la mayor parte de los casos, esta persecución es silenciosa y sólo la conocen los que la padecen. El mundo islámico en general es el escenario predilecto –no único y, desde luego, con excepciones– de esta reedición de las actas de los mártires de los inicios de la Iglesia. Muchos, para no sufrir la misma suerte que sus vecinos, se ven obligados al exilio o a refugiarse en campos de concentración. Incluso en naciones donde las relaciones cristianos-musulmanes han sido buenas, como Líbano, el clima se ha enrarecido. Occidente olvida que no es sólo una cuestión de humanidad o de justicia. Ignorar lo que está sucediendo o incluso alentarlo para hacer negocio vendiendo armas a los asesinos, es acercar el terrorismo islámico a nuestras propias fronteras. Los atentados que sufrimos serán tanto más frecuentes cuanto más radicalizadas sean las sociedades islámicas. No entender esto es suicida.