Biblioteca Harley-Davidson

Ilusiones perdidas

Parece que Cercas lo que ha hecho es permitirse verbalizar una sensación que han sentido gran parte de los españoles

Si usted, querido lector, fuera Dios todopoderoso y dispusiera de la omnipotencia del Ser Supremo para elegir, el último país del mundo que sin duda escogería para nacer como escritor sería España. Los habitantes de esta península que, de una manera consciente, deciden intentar ganarse la vida como hombres de letras merecen la categoría de poco menos que héroes. Principalmente, porque se espera de ellos que sean las mentes más brillantes, penetrantes y selectas de su generación, cobrando una cantidad tan mísera como la que recibían, en el antiguo Egipto, los recogedores de boñigas que caminaban al trote tras el carruaje de Ramsés segundo.

Por esas elementales dificultades de cara a la nutrición, los escritores al final solo podemos aspirar aquí a ser unos tipos que hacemos lo que podemos. Nos ilusionamos y decepcionamos como cualquier hijo de vecino. A veces lo decimos y otras no. Ahora Javier Cercas, conocido escritor, ha hecho público el enfado que tenía con Pedro Sánchez, a quien confió su voto y defendió por escrito. Se ha sentido traicionado por el cinismo con el que nuestro famoso adonis ha incumplido sus promesas. Cercas ha dado a conocer ese sentimiento, ya que ha tenido la oportunidad de hacerlo, desde la tribuna de nada menos que The Times.

Obviamente, recibirá ahora un cargamento de reproches. De unos por no cerrar filas en torno a su líder y de los otros por darse cuenta a buenas horas de algo claramente visible. Pero a mí me parece que Cercas lo que ha hecho es permitirse verbalizar una sensación que han sentido gran parte de los españoles, sobre todo aquellos que, por temperamento, se dejan llevar por meras emociones bienintencionadas. Se trata de ese perfil de votantes que ahora lo que querría es poder votar a un PSOE sin Sánchez. Pero tienen un gran problema: que eso no existe. El PSOE es Sánchez.