Ely del Valle
Igual ocho que 80
Es lo que ha determinado el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo tirando por el sumidero la «doctrina Parot». No hace falta que se molesten en leer la sentencia. Lo que viene a decir es que los asesinatos en serie cometidos antes de 1995 merecen un tratamiento penal más leve que los posteriores a esa fecha. Detrás de una argumentación supongo que legalmente impecable, pero moralmente deleznable, se hace prevalecer los derechos humanos de quienes dejaron de serlo cuando decidieron matar a sangre fría y a conciencia, sobre los de sus víctimas. Por lo visto no solo hay una Justicia para ricos y otra para pobres; también existe la Justicia basada en el tiempo.
De momento, la sentencia sólo será aplicable a la etarra Inés del Río condenada a casi 4.000 años de cárcel por haber apiolado a 24 personas, pero es cuestión, no ya de días sino de horas, que otros 61 terroristas de ETA, 7 del GRAPO, 1 del GAL y 14 presos comunes, entre ellos un condenado por 74 violaciones, se agarren, cual garrapatas a lomo de pastor alemán, a esta bofetada al sentido común. Por abogados no va a ser. Ya se ha encargado la legalizada Sortu y los colectivos abertzales de que a sus chicos no les falte de nada.
Para redondear el escarnio, los magistrados de Estrasburgo, que evidentemente desconocen la frase de Montesquieu «Una cosa no es justa por el hecho de ser ley. Debe ser ley porque es justa», han determinado que a la asesina Inés le indemnicemos todos los españoles con 30.000 euros. No se puede caer más bajo ni hay mejor manera de regalar una victoria a quienes sólo se merecen el desprecio más absoluto. Hoy, los amigos de ETA lo celebran como un triunfo y todo un país se pone de luto. Los 15 magistrados que han dictado sentencia pueden dormir tranquilos.
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