Alfonso Ussía

«Imposible la hais»...

La Razón
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Pedro Sánchez está dejando al PSOE como don Juan Tenorio a la nada resistente doña Ana de Pantoja. Casaba al día siguiente con don Luis Mejía, y Tenorio, por una apuesta con el propio don Luis, se la trajinó en la noche previa al casorio. Y don Luis, mientras se sacudía el correal de sus astas, se lo reconoció a su gran rival: «Don Juan, yo la amaba, sí;/ mas con lo que habéis osado/ imposible la hais dejado/ para vos y para mí». Que así quedó la pobre doña Ana. Sin don Luis, sin don Juan, sin honor, sin futuro y sin criada, que en correspondecia a una bolsa con doblones de oro le abrió a Tenorio la cancela prohibida.

Creo en el bipartidismo, esa relación de amor y odio que tan bien funciona en muchos matrimonios y parejas establecidas. En los Estados Unidos y el Reino Unido se aborrecen con pasión, y de ahí la imposibilidad de sobrevivir sin la compañía del otro. Puede existir un tercero en discordia, pero discreto, sin otro fin que apoyar a uno u otro renunciando a recibir canonjías a cambio. En España, existían un PP fuerte y un PSOE poderoso. El PP se ha debilitado con Rajoy y el PSOE con Sánchez se ha quedado como doña Ana de Pantoja. Pero no por la culpa de don Juan, sino por su política destartalada. Los votantes más izquierdistas del PSOE se han largado a los círculos morados que hoy gobiernan en autonomías y municipios gracias al apoyo del PSOE, lo cual decenas de miles de socialistas moderados no lo pueden comprender y se han marchado a Ciudadanos. Sánchez ha humillado a militantes socialistas con muchos años de trabajo a sus espaldas en beneficio de fichajes portentosos que han terminado de floreros. Uno de los humillados, el nada claro Madina, se la ha devuelto a Sánchez en plena campaña electoral pidiendo la libertad del etarra Otegui. Siempre tuvo Madina el Síndrome de Estocolmo a flor de piel. Y los dos grandes fichajes, la exmilitar Zaida Cantera y la periodista y ex Comisaria Política de UPyD Irene Lozano, todavía no han dicho ni «mu» en la campaña electoral, y por el bien del PSOE es mejor que no lo intenten. Sánchez resbala en el concepto de España, en el futuro de Cataluña, en su desprecio a las Fuerzas Armadas, en sus apoyos al peor enemigo y desde Despeñaperros hacia abajo, no se sostiene. Felipe González no lo soporta, Rubalcaba se escapa, Zapatero asiste cinco minutos a sus mítines y vase, y cuenta exclusivamente con el apoyo de Mariano Rajoy, que prefiere tener en la casa bipartidista a Sánchez que a Rivera por aquello del conocimiento mutuo. Rivera es de los que llegan a las casas, cambian los objetos de adorno de sitio, encargan nuevas cortinas y cuando el antiguo inquilino se distrae, coloca en la biblioteca la foto de su novia o la de su primer viaje a Nueva York con el «Empire State» en el fondo de la imagen. Un lío para la convivencia diaria. Sobre todo, si Rajoy considera que Rivera ha entrado en la casa por su culpa y las decenas de miles de votos que ha perdido en beneficio del nuevo inquilino.

Para mí, que ya es tarde, pero creo que Rajoy tiene en el PP un suelo bastante alto y asegurado, y en lugar de enfrentarse a Sánchez en los debates cara a cara, tendría que asesorarlo para que éste no hiciera el canelo. Sucede que Susana Díaz, desde Sevilla, se lo dejó en un mensaje: «Mariano, no ayudes a Pedro y guárdame el sitio en la casa». Y ahí está, en la permanente duda.

Iglesias se dedica exclusivamente a humillar a Sánchez, y Sánchez a mantener a Iglesias en comunidades y ayuntamientos. Creo que no me faltan motivos para solicitar públicamente que traten con cariño, apoyen y aconsejen a este chico.