Rosetta Forner

In... competentes

A los políticos en general les ha preocupado más la lengua en la que se enseña que la calidad y el contenido. Si a esto añadimos que nuestra forma de pensar alrededor de la educación tiene que ver con el dinero, la edad y la época que a uno le ha tocado vivir, tenemos como consecuencia la supremacía del «ganar dinero rápida y fácilmente» y la no valoración del saber –el cual no ocupa lugar–. En la etapa socialista se fomentó la incompetencia (ellos jamás lo admitirán). Como buenos comunicólogos, elaboraron un discurso motivacional a la medida del españolito medio. Se puso el énfasis en el título y no en su contenido ni en el ganárselo. Lo «progre» era aprobar sin aprender. Educación no es igual a titulación, tal y como la realidad ha demostrado. A la incompetencia educacional no se llega por casualidad. Actualmente, hay bastante incompetente con titulación universitaria: no comprenden lo que leen, no saben razonar ni calcular... Consecuencia de haber eliminado la Filosofía, despachado el sentido común y potenciado el triunfo fácil –la comodidad ante todo–. La televisión ha servido como vehículo para la reingeniería social: en los modelos de conducta a seguir, que se han mostrado preferentemente, brillan por su ausencia los que usan su cabeza para pensar y se esfuerzan y se comprometen con la excelencia. Aplaudiéndose y colocándose como paradigmas del éxito a gente sin estudios pero con mucho rostro y otras «virtudes». Resultado: a una sociedad con neuronas en barbecho es fácil hacerle creer que los burros vuelan. De hecho, los referentes profesionales que ofreció el PSOE iban en esa línea: no hacía falta tener carrera ni ser inteligente para ser ministro. Para quitarnos el «in», debe fomentarse la calidad de la enseñanza, el aprendizaje y exigir a los políticos que den ejemplo de competencia.