Alfonso Merlos
Indoctos y maleantes
Quién la ha visto y quién la ve. La Universidad Complutense de Madrid. Cuna de la ciencia y la cultura y el conocimiento. En definitiva, de la excelencia y la sabiduría. En otros tiempos mejores. Y ahora, por obra y gracia de la extrema izquierda, convertida en refugio de indoctos y maleantes. ¡Qué desgracia! ¡Cuánta complacencia! ¡Qué vergüenza!
Y lo peor es que se veía venir. Cuando se criminaliza a la Policía, cuando se la desarma, cuando se cuestiona de forma desmesurada e infundada su impagable trabajo, pasa lo que pasa. Tienden a ganar los violentos, se erige en triunfadora la barbarie, y sufren aquellos ciudadanos de orden que reclaman simplemente que sean salvaguardados sus derechos y protegidas sus libertades.
Es una evidencia que así no podemos seguir. Como la es que este país tiene un problema de educación: de cafres que van de facultad en facultad o de vicerrectorado en vicerrectorado liándola, buscando la bronca y la provocación, generando trastornos y desórdenes de toda índole a los estudiantes que hincan los codos para labrarse un futuro mejor; para ellos mismos y para su familia. ¡Éstos sí que saben! ¡Éstos sí que valen! ¡Y de ellos será el camino siempre por hacer!
No es que haya llegado la hora de poner líneas rojas. Ya están delimitadas por las leyes. Es la hora de penalizar y golpear con toda la dureza a estos bolcheviques de medio pelo, a estos desgarramantas ayunos de escrúpulos y de lecturas, a estos amateurs de la agitación bolivariana, a estos adversarios de las bibliotecas. Para que escarmienten. Con métodos democráticos. Pero ya. Son un puñado de mequetrefes. Y deben hacer todavía grandes ingestas de cereales para subirse a las barbas de España y de los españoles.
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