Política

Ely del Valle

Interferencias

La Razón
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Ahora que se habla de modificar la ley electoral, deberíamos empezar a pensar muy seriamente en prohibir que los líderes nacionales participaran en las campañas municipales y autonómicas. Es cierto que como adorno en los mítines son muy lucidos, pero crean confusión en una ciudadanía que al final tiene un serio cacao para distinguir qué es o no competencia de los distintos gobiernos.

En las próximas elecciones lo que vamos a elegir es a los alcaldes, es decir, a los que van a tener en sus manos si nos suben o no el IBI, los que tienen la posibilidad de colocarnos más o menos parquímetros, rotondas, metros de calzada y más o menos autobuses. El voto a los alcaldes y los presidentes autonómicos debería tener menos carga ideológica y más doméstica. Ellos son los que deciden las cosas de andar por casa y por eso tendrían que elegirse desde el pragmatismo. Curiosamente, en esta campaña electoral que ha sido tomada al asalto por los grandes líderes, ávidos de convertirla en el banco de pruebas de lo que serán las generales, se habla más de cambiar la ley electoral, de macroeconomía, de amnistías fiscales y de pactos que de si se va a abrir o no el metro por la noche o de cómo resolver el suplicio del botellón. Y no es porque los candidatos no le pongan empeño, es que sus jefes, con la disculpa de prestarles apoyo moral, aprovechan para soltar sus propuestas nacionales copando con ellas los grandes titulares. El resultado es que hay quien cree que en Andalucía ha votado a Pablo Iglesias en carne mortal, que con Esperanza Aguirre se va a zanjar la polémica sobre la ley del aborto, que si votamos a UPyD se publicará la lista de los investigados por Hacienda y que si en Alpedrete gana el candidato de Ciudadanos, Alpedrete jamás tendrá un AVE. Un lío, vaya.