Julián García Candau

Juicio sumarísimo

Diego López no es culpable y, sin embargo, está sometido a juicio sumarísimo. Mourinho ha convertido lo que podía haber sido una sustitución deportivamente entendible en perversidad. Diego llegó para cubrir una baja tan sensible como la del capitán. Sabía que le podía pasar como antaño cuando, ante la falta de perspectivas, fichó por el Villarreal. No creo que llegara con el convencimiento de que iba a relegar a Casillas. En el Sevilla perdió la titularidad porque Palop aprovechó la coyuntura favorable como en años anteriores. Sin embargo, el club fichó al portugués Beto y el valenciano retornó al banquillo. Ahora, quienes sólo ven en Diego un enemigo, echan mano del argumento de que en el Madrid se prefiere a un suplente sevillista antes que al laureado capitán.

Se corre el peligro de menospreciar a Diego porque no se ponderan sus virtudes. La mayoría del Bernabéu está con Casillas y con él está, como mucho, el tercio que apoya a Mourinho. La situación ha concretado dos injusticias: la que comete el entrenador, porque en su decisión hay más querella personal que decisión técnica, y la de ningunear a un honrado futbolista, que, con todo derecho, ha tratado de asentarse pese a saber que en cada partido es examinado con lupa.

Sería indignidad que dentro de la plantilla, junto a la solidaridad con Casillas, no existiera idéntico sentimiento con Diego. Gorostiza, que veía triste a su suplente, Lucio del Álamo, una tarde, ya en el vestuario de San Mamés, se hizo el lesionado para que pudiera debutar el chaval. Diego no puede inmolarse. Dortmund, nuevo examen.