Reyes Monforte
Justicia divina y terrenal
Vivimos en un mundo que parece pedir a gritos cantidades industriales de justicia terrenal y de justicia divina a partes iguales, porque se ve que con sólo una de ellas no basta para remediar el rosario de iniquidades que nos asolan. Y la verdad es que no me extraña. La realidad y algunos de sus protagonistas hacen que nuestra capacidad de asombro ante la injusticias, las sinrazones y las corrupciones no pare de crecer día a día y adquiera dimensiones mayúsculas. Pasar a la acción, como parece que están haciendo los protagonistas directos e indirectos de esta ignominia con escenario en Granada, es una buena señal porque obliga a ir más allá de la mera acción de pedir perdón o condenar los hechos. No es fácil dar el primer paso, es algo que conocemos por otros dramas similares como la lucha contra la violencia de género, cuya jornada conmemoramos hace unas horas. Sin ese primer paso difícilmente se lograría concluir un camino seguro hacia la justicia. Si la víctima de estos presuntos abusos sexuales se decidió a escribir una carta al Papa Francisco denunciando su particular calvario es porque vio en él a un interlocutor receptivo y no se equivocó. Está bien mirar al cielo en busca de clemencia, pero sin olvidar que la justicia se encuentra también y, en un primer escalón, en la tierra. Está claro que si el Sumo Pontífice no hubiese reaccionado de la manera que lo hizo, quizá la denuncia de estos hechos ni siquiera se hubiese escuchado y desde luego la investigación o no se hubiese abierto o hubiera sido un proceso mucho más lento. Ahora es tiempo para la otra justicia, la terrenal. Y esperemos que sea justa.
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