Justicia para Correa y Bárcenas

Francisco Correa y Luis Bárcenas podrán protestar. Están en su derecho de hacerlo, al igual que de presentar los recursos que legalmente estén a su alcance. Sin embargo, no se puede dudar de que son merecedores de las peticiones del fiscal por el nivel de los delitos que se les imputan y por la presunta continuidad en la comisión de los mismos.

Los casi 110 años pedidos por el fiscal para Correa y los 42 años y medio para el ex tesorero del PP son demasiados si no analizamos que se les acusa hasta de seis delitos con reiteración durante años. El primero, por organizar un entramado para enriquecerse ilícitamente con cargo al dinero público, y el segundo, aprovechándose de los privilegios económico-empresariales que le comportaba su cargo en el partido. La calidad y cantidad de los cargos, de constatarse judicialmente, son acreedores de penas importantes. Así lo marca la Ley y así lo reclama una sociedad harta de tanta generalización de la corrupción en el sector de la política.

Los dos tienen derecho a un trato justo y no valen argumentos comparativos con otros. Me refiero a las quejas formuladas por Bárcenas respecto a recibir un trato peor que otros. Las cárceles están llenas de reos autoproclamados inocentes.

Le recordaría la parábola de los trabajadores de la viña que protestaron porque el amo les pagó a todos lo mismo, en la que Jesucristo pone en boca de aquél «amigo, no te hago ninguna injusticia. Coge lo tuyo y vete».

Otra cosa es que las Leyes presenten desproporciones, pero son las que son. Quizás no resulte demasiado comprensible que delitos económicos como estos reciban cien años de condena y un violador, pederasta o asesino salga a la calle en dos, tres o cuatro años. Así es la vida.