Alfonso Ussía
La bandera olvidada
Entiendo que en el Ayuntamiento de Madrid abundan las personas que trabajan para que la vida de los madrileños, forasteros y turistas sea más agradable y llevadera. Y entiendo que la señora alcaldesa no puede estar pendiente de todos los detalles. También soy comprensivo con los entusiasmos y los desafectos. No todos sentimos con parecida intensidad la belleza de nuestros símbolos. Y entiendo que una mayoría aplastante del actual Gobierno municipal de Madrid, compuesto por ediles de Podemos apoyados por el PSOE, no sienta veneración por la Bandera de todos, la de España. Entiendo que esos concejales y la propia alcaldesa añoren otras grímpolas efímeras y más feas que recuerdan tiempos de enfrentamiento y división entre los españoles. Resulta poco comprensible, pero así es. España, la nación más antigua de Europa, el Estado más precoz, sigue en esas tonterías de identidad de las que no consigue desprenderse. En el Ayuntamiento de Madrid están pendientes de muchas cosas, y la muestra ejemplar se concentra en la bondadosa pancarta que cuelga de la más alta terraza de la tarta, con su «welcome refugees», que sintetiza la bienvenida a los pocos que eligen Madrid para refugiarse. Esa pancarta está muy limpia. La gran Bandera de la los Jardines del Descubrimiento, inmediatos a la plaza de Colón y con la mirada en bronce de Blas de Lezo fija en ella, esa gran Bandera, está aún más sucia que las calles de Madrid. La señora Alcaldesa no puede estar en todo, pero haría bien en orientar su atención a esa Bandera de España que lleva meses, siempre señora, sin protestar por su oscurecimiento, la debilidad de sus colores y la mugre prendida en sus franjas. Es la gran Bandera olvidada por el Ayuntamiento de Madrid de Podemos y los colegas del PSOE madrileño, con la señorita Cau- sapié y el pobre Carmona a la cabeza.
Me consta que en los almacenes municipales hay dos banderas a la espera de ser izadas con todos los honores. Y que la suciedad de la Bandera que actualmente ondea o se desvanece, es fácilmente subsanable con una visita a la tintorería más próxima a Cibeles. Más aún, hay centenares de miles de madrileños que estarían dispuestos a financiar una Bandera nueva, en el caso de que la concejala Meyer no sea capaz de encontrar en el almacén las dos que aguardan su protagonismo. Entiendo que la señora alcaldesa no puede estar pendiente de todos los detalles, pero creo que ese detalle no es tal, sino una obligación, y que la gran Bandera de España de los Jardines del Descubrimiento, símbolo que nos une a todos los españoles, tiene todo el derecho a plegarse, desplegarse, izarse, arriarse y ondear limpia y orgullosa. La que hoy preside el primer andamio del cielo de Madrid necesita de un lavado urgente, tan urgente como el que precisan algunos de los concejales que gobiernan Madrid gracias al regalo y la humillación mansa y apesebrada del PSOE.
La inmensa y flamante bandera de Francia que luce en el Arco del Triunfo de París siempre lo hace limpia, rotunda y renovada. No se trata de una tela, como dicen los que odian a nuestra Bandera y adoran enseñas lejanas que representan la esclavitud, la prisión o el odio. Esa Bandera sucia que el Ayuntamiento de Madrid no limpia ni renueva, está limpia ante los ojos de todos los que la aman, que somos millones. Pero una cosa es la ilusión y otra la realidad. La realidad demanda una urgente sustitución por cualquiera de las dos hermanas que esperan su turno en los almacenes y sótanos del Ayuntamiento de Madrid. Y que la Bandera olvidada, la que hoy ondea, sea tratada con todo el respeto que merece por los profesionales de una tintorería.
Si el presupuesto da para tantas majaderías, algo quedará para mantener la presencia grandiosa de nuestra Bandera en el nuevo centro de Madrid.
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