César Lumbreras
La burbuja y De Guindos
Cada día que pasa y cada vez que voy a Bruselas me reafirmo más en la idea de que, entre los efectos negativos del proceso de construcción europea, que también los hay, destaca uno: la burbuja en la que están instalados los que viven en Bruselas y trabajan por y para las instituciones de la UE. Cobran unos sueldos importantes y, además, su tratamiento fiscal es, no bueno, sino magnífico. Vamos, que con la que está cayendo, son unos privilegiados. Se relacionan entre ellos y su contacto con la vida real de los ciudadanos de a pie a los que dicen servir es muy escaso. En resumidas cuentas, que viven al margen de la realidad. Dicho lo cual, es lo que hay y se trata de apoyar a los españoles para que ocupen más puestos de responsabilidad. Es verdad, y al hilo de lo que ha pasado con Luis de Guindos está de plena actualidad, que España está muy mal representada en puestos políticos del máximo nivel, sobre todo si establecemos una comparación con lo sucedido en las épocas de González y de Aznar. Esos cargos, como al que optaba el ministro de Economía, dan poder y visibilidad. Pero no por eso se deben despreciar los restantes. Al final, los que mandan de verdad son, por ejemplo, los directores generales de la Comisión Europea y los que están justo por debajo. Ahí tampoco andamos muy sobrados. Urge, de una vez por todas, recuperar la influencia perdida. Para eso hace falta un plan estratégico y, sobre todo, elegir a aquellos que tengan valía y, a ser posible, que se vayan a mantener en contacto con la realidad de los ciudadanos de a pie de España y del resto de la UE.
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