Literatura

Alfonso Ussía

La calle que vendrá

La Razón
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Miles de personas se han sumado a la iniciativa de recordar a Miguel De la Quadra Salcedo honrando con su nombre a una calle de Madrid. Esa calle vendrá por justicia y derecho, pero no ahora. El Ayuntamiento de Madrid está gobernado por el comunismo carrillista de Carmena, el comunismo estalinista de Podemos desde su disfraz de «Ahora Madrid», y por los tontos útiles y acuclillados del PSOE. Tomás De la Quadra Salcedo, primo hermano de Miguel, fue ministro de un Gobierno socialista de Felipe González, pero ese dato, en los momentos actuales, es más un revés que una ayuda. Esa calle vendrá cuando Madrid recupere la normalidad, si es que existe la posibilidad de que lo consiga.

La actual generación de los Quadra Salcedo es consecuencia honrosa de la anterior. De los hermanos De la Quadra Salcedo y Arrieta-Mascarúa, Zabálburu y Garay. Fernando, asesinado con villanía en la ría de Bilbao, prisionero a bordo del «Altuna Mendi», fue un peculiar y estupendo poeta, glosado por César González Ruano, prologado por Valle Inclán y comentado por Pío Baroja. Javier Ybarra y Bergé, asesinado por la cobardía sanguinaria de la ETA en el decenio de los setenta, fue uno de sus compañeros de cautiverio, y recordó emocionado la entereza, el patriotismo y la serenidad cristiana de Fernando ante la muerte. Genealogista y heráldico, con una personalidad rayana en la genialidad, noble de la Edad Media, de él escribió Pío Baroja que «hablaba de sus antepasados del Imperio Romano como cualquiera puede hablar de su tío de Alcalá o de su primo de Chinchón». Y Ruano, en su estupenda «Antología de Poetas Contemporáneos» retrata al gran romántico con humor y donaire: «Fernando de la Quadra Salcedo, marqués de los Castillejos. Nacido en Güeñes, Vizcaya. Doctor en Leyes, su vida formaría un capítulo extraordinario de originalidad. Fue pretendiente al trono de Navarra, y luego, en un repliegue de modestia, al Principado de Andorra. Su árbol genealógico, que sólo podía competir con el que presentaba Rafael Lasso de la Vega, llegaba hasta Íñigo Arista. Murió en Bilbao, en el barco-prisión ‘‘Altuna Mendi’’, el 25 de septiembre de 1936. Poeta nobiliario y culto, sus versos constituyen un verdadero documento en la lírica encartada, en el panorama de las letras vascomontañesas, de una originalidad lírica sorprendente dentro de los cánones preciosistas y modernistas». Pero no fue el único héroe de la familia. Sus cuatro hermanos varones también ofrecieron su vida por Dios y por España, eso que ahora algunos consideran ridículo. José Manuel cayó en el frente de Mallorca; José María, en Peña Juliana; Juan Carlos, en el frente de Madrid y Estanislao, el padre de Miguel, en Cataluña. Cinco vidas de cinco hermanos entregadas en plena juventud y con el honor demostrado para España. Miguel heredó el valor, la generosidad, y la entrega de sus mayores, además del romanticismo de su tío Fernando, que también, durante un período de tiempo, fue reconocido por los monárquicos albaneses como el pretendiente a la Corona de Albania, a la que renunció por su lejanía con las Encartaciones vizcaínas. José María de Areilza disfrutaba narrando las anécdotas de los Quadra-Salcedo, que eran «brillantes, bravos, enamorados de sus raíces, inteligentes y patriotas».

No creo que un Ayuntamiento gobernado por diferentes guateques de comunistas y mantenido por las cuclillas en hinojos del pobre Pedro Sánchez, apruebe que una calle de Madrid lleve el nombre del más original –aún más que Fernando–, de la estirpe de los Quadra Salcedo. El español de América, de las selvas y los altiplanos, el que hablaba el idioma del gran río, el que no quiso hacer riqueza material de su sabiduría por respeto a la honestidad de sus árboles pasados. Pero esa calle vendrá cuando el sentido de la justicia se imponga en Madrid, ya superada la infección de los resentidos.