Elecciones Generales 2016

La culpa fue del cha cha cha

La Razón
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Cuando las cosas van mal, cuando no salen como queremos ni como esperábamos nos cuesta reconocer nuestros errores. A algunos no les cuesta, porque nunca reconocen ningún error propio, siempre echan la culpa a los demás, al empedrado y, si hace falta, como en la canción de Gabinete Caligari, dicen que la culpa fue del cha cha cha. En el fútbol, que es una gran escuela de la vida, cuando se pierde, la labor del árbitro es un salvavidas permanente, pero la lista de culpables es amplísima: las lesiones de algunos jugadores, el corto espacio de tiempo desde el partido anterior, ese tiro al poste... y por supuesto también el empedrado, en este caso el estado del césped, que sea cual sea siempre perjudica a nuestro equipo. Albert Rivera echa la culpa de perder ocho diputados a la ley electoral, la misma ley que había el 20 de diciembre cuando Ciudadanos consiguió esos ocho escaños más. Pero creo que debería pensar en cuántos votos ha perdido votando a Pedro Sánchez para ser presidente del Gobierno, después de haberse comprometido a no hacerlo, y menos si el PSOE no ganaba las elecciones. Coincido con el señor Rivera en la necesidad de cambiar la ley electoral, aunque seguro que no en los cambios a realizar. Es imprescindible, y sería más democrático e indiscutible, que cuando no haya mayoría absoluta sean todos los electores, y no los líderes de los partidos que han perdido las elecciones, los que decidan quién debe ser el presidente del Gobierno mediante una segunda vuelta entre los dos más votados. Algo tan importante sí debería consultarse a los ciudadanos, y no dejárselo a posibles «chantajes» de perdedores, como tantas veces hizo la señora Munar en Baleares.

Pablo Iglesias ha achacado al miedo el resultado electoral, que ha estado muy por debajo de las expectativas que tenía. Sí, pero el que provoca ese miedo es el señor Iglesias diciendo que le dan mucha envidia los españoles que viven en Venezuela, que el chavismo es un ejemplo para los ciudadanos del sur de Europa, o que la caída del Muro de Berlín fue una mala noticia, entre otras amenazantes frases.

Pedro Sánchez culpa a Pablo Iglesias de que el PSOE haya conseguido el menor número de diputados de todas las elecciones desde 1977, y dice que «su intransigencia ha permitido mejorar los resultados del PP». Madina y Tomás Gómez, entre otros, no opinan lo mismo, y creo que también su paseo con Iglesias –el que da miedo– por esa estupenda y ancha acera del Congreso de los Diputados, con regalo de libro incluido, cambió más de un voto. Aunque algunos sigan diciendo que la culpa fue del cha cha cha, la culpa fue de ellos y de los aciertos de Rajoy. Ya lo escribió el autor uruguayo Mario Benedetti: «La culpa es de uno cuando no enamora y no de los pretextos ni del tiempo».