Martín Prieto
La derecha que nos aflige
Es sorprendente que el imaginario socialista y comunista continúe obteniendo réditos con la calificación del partido popular como derecha, extrema derecha, ultraderecha, franquismo sociológico o residual y otros desmayos intelectuales que acabaron adoptando la tesis de un actor argentino sobre la necesidad de rodear al PP de un cordón sanitario, instalarlo en un Molokay de la lepra, y que consumó un tal Zapatero en el Pacto del Tinell (la vasería de la Generalitat) proponiendo no darle a la mitad del país ni agua. En España tenemos que lidiar con dos partidos de derecha roqueña y montaraz. El Partido Nacionalista vasco hunde sus raíces en el racismo de Sabino Arana, fue no ya católico sino abiertamente vaticanista («El Vaticanito del Cantábrico») y traiciona a la II República en el frente norte de la Guerra Civil rindiéndose a los italianos en Santoña dejando la retaguardia republicana con el culo al aire. En la posguerra mundial el lendakari facilitó agentes a la CIA para lograr el apoyo americano a una Euskadi independiente. En 1934 Lluis Companys ya proclamó la República Catalana, contra el Régimen que le había otorgado el Estatut, y junto a la revolución de Asturias prendió la chispa para la matanza fraticida dos años después. Convergencia Democrática es la genuina derecha catalana como Unió democrática es la democracia cristiana bajo la tutela de Duran Lleida, que no es Alcide De Gásperi sino el obispo Clemente de El Palmar de Troya. Es inútil recordarles lo que son porque el nacionalismo es chantaje y coartada, porque sus banderas las tiñen de un izquierdismo espumoso ajeno a las clases sociales que presumen representar. Hasta Gil Robles hubo de organizar la CEDA provincia a provincia rascando el voto agrario. El núcleo español aglutinado en Castilla y Aragón (comuneros, fueros) no fue derechista. Nuestra derecha de pedernal está en la periferia.
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