César Lumbreras
La desconexión
He leído, escuchado y visto que este miércoles seis toca «la desconexión» de Cataluña, o algo similar, porque confieso que ya me encuentro muy perdido con todo esto del «pruces». Y estoy preocupado, porque justo ese día vuelvo de Barcelona en el AVE y desconozco si por la «desconexión» podré realizar el viaje como hasta ahora, es decir, de un tirón o con alguna parada dependiendo del horario que elija, o, por el contrario, habrá algún contratiempo y deberé cambiar de tren en algún punto de vía entre Lérida y Zaragoza. He consultado con la antigua Renfe y me han dicho que en sus previsiones para esa jornada no figuran alteraciones ni cambios. Bienvenida sea esta noticia, aunque no sé si fiarme mucho. Por si acaso echaré el pasaporte al bolsillo. Al hilo de «la desconexión» me ha dado por pensar en algunas situaciones que se podrían registrar. Por ejemplo, si finalmente se constituye la hacienda catalana, y comienza a enviar requerimientos de embargos de cuentas corrientes abiertas en entidades financieras que tenga su sede social, pongamos que en Barcelona, ¿qué va a hacer ese banco o caja de ahorros, atenderá a lo que pida el «Montoro catalán», o no? A tenor de lo que dice el Gobierno central eso no va a llegar a suceder, porque ni habrá referéndum dentro de un mes, ni tampoco independencia y, deduzco, que tampoco «desconexión», aunque la norma sobre esta última esté prevista para la próxima semana. Confieso, como decía al principio, que ando un poco desorientado. Echando un vistazo al mapa político catalán el resultado es preocupante: el PP y el PSC son en estos momentos poco más que testimoniales; lo de Ciudadanos es una incógnita, a pesar de los buenos resultados que logró en las últimas elecciones; los restos de Convergencia son eso, restos; ERC pinta mucho, lo mismo que todo el conglomerado alrededor de Colau y el entorno de Podemos de allí y, luego, está la CUP, ya en la extrema izquierda, que marca el paso Ejecutivo actual. ¿Habrá salida?
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