Restringido

La doble vara

La Razón
La RazónLa Razón

Viene de antiguo, como prueba la frase evangélica sobre quienes ven la paja en el ojo ajeno, sin percibir la viga en el propio.

El poeta Campoamor escribió que «todo es según el color del cristal con que se mira» y nuestro idioma común está repleto de expresiones del tipo «doble vara de medir», pero no termino de acostumbrarme.

No me refiero hoy a la caradura con que el insípido César Luena suelta que él y su jefe Pedro Sánchez no pueden negociar nada con el PP, porque es un partido corrupto, cuando lideran una organización con el entramado de corrupción más aparatoso que ha emponzoñado Europa desde que la Alemania nazi se rindió a las fuerzas aliadas, en 1945.

Tampoco voy a hacer hincapié en las redes sociales y especialmente en ese refugio de tarados que es Twitter, donde recibo al día un millar de mensajes de los que el 90% oscilan entre el «respeta a la gente, asesino de mierda» y el «te voy a reventar a patadas por no ser dialogante».

Lo que me choca de verdad es la poca correa que exhiben algunos de mis colegas periodísticos más conocidos y las insuperables dificultades que arrastra esta divertida profesión, para aplicarse baremos que impone cotidianamente a políticos, empresarios y hasta simples vecinos.

Se te ocurre hacer una broma y llamar «Don Piso» a Wyoming, porque es propietario de 19 espléndidos inmuebles a la vez que aplaude esa PAH que lanzó al estrellato a Ada Colau, y el tipo y sus cuates se cabrean como monas alegando que haces «sucia demagogia».

No les digo lo que me endiñaron hace un par de años, cuando con motivo del escrache a la vice Soraya subrayé que al frente de los manifestantes marchaba ese espíritu libre que es Jorge Verstrynge, quien además de vivir en una casa de un millón de euros en Madrid y gozar de un «pied à terre» en París, posee media docena de pisos y una residencia de veinte habitaciones que alquila a estudiantes.

De otros, amigos y buenos profesionales, no digo nada pero coincidirán conmigo que ver a ciertos figurones poniendo cara de pena al dar la noticia de que los directivos del Ibex ganan treinta veces más que sus empleados, debería generar estupor en los espectadores. Sobre todo si se tiene en cuenta que él, al igual que nuestras estrellas progres y no progres de radios y televisiones, cobran hasta cincuenta veces más que los técnicos, productores y becarios a su servicio.