César Vidal
La elección en bandeja
Cualquiera que haya contemplado el primer debate sostenido por los candidatos del partido republicano a la presidencia se ha debido percatar de que la elección se presenta en bandeja para los demócratas. Las razones son dos. La primera es la forma en que Donald Trump está determinando la oferta electoral. A la bajada de impuestos –bastante menos opresivos que en España, todo hay que decirlo– los distintos candidatos han añadido un aumento del gasto militar, una política más severa hacia los inmigrantes y una oposición a la presión de «lobbies» como el gay y el feminista. Semejante panorama puede resultar atractivo para los traficantes de armas, pero no para los hispanos y los jóvenes en su mayoría y para un sector nada reducido de las mujeres o los homosexuales. Se mire como se mire, ir perdiendo como los gajos de una naranja a la mayoría de ciertos sectores del electorado antes de llegar a la confrontación final no es la mejor manera de llegar a la Casa Blanca. La segunda razón es que Donald Trump continúa amagando con la posibilidad de presentarse como candidato independiente si no obtiene la nominación del partido republicano. Para hacerse una idea de lo que esto podría significar basta decir que el 36 por ciento de los votantes del partido republicano estarían dispuestos a apoyar a Trump como independiente y un 18 lo haría con toda seguridad. El tirón de Trump no queda limitado a los republicanos ya que un 19 por ciento de los demócratas acepta la idea de votarlo y un 9 por ciento asegura que lo haría en cualquier eventualidad. En otras palabras, Trump no sólo ha comenzado a empujar al partido republicano hacia posiciones que le harán perder buena parte del voto hispano y de centro sino que, por añadidura, de presentarse como candidato arrancaría los suficientes votos al nominado republicano como para provocar su derrota. A decir verdad, ese fue el mismo efecto que tuvo, en 1992, la presentación de Ross Perot como candidato independiente. Perot logró entusiasmar inicialmente al sector de los votantes republicanos situado más a la derecha, pero sólo lo suficiente como para restarle votos a Bush padre y permitir que Clinton fuera el más votado y se convirtiera en presidente. Está por ver si la Historia se repetirá y un candidato independiente de derechas volverá a restar votos a un Bush para que gane un Clinton, pero, de momento, la campaña se la están poniendo a los demócratas en bandeja.
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