Ministerio de Educación
La Generación ESO
La última reforma educativa va camino de liquidar ya para siempre ese concepto de «la generación mejor preparada de la historia». En realidad el lema formaba parte de la munición contra el primer Gobierno de Rajoy, cuando el personal escapaba por tierra, mar y aire. Tuvo su efecto y se ha quedado por ahí acoplado en alguna esquina de los chascarrillos de los tertulianos con ciclos de reciclaje lento. Más allá de la refriega política, la determinación de las autoridades educativas es liquidar cualquier elemento de realidad en la expresión. No lo digo porque un ayuntamiento «bienpensante», como el de Madrid, tenga que enseñar con pegatinas que el «despatarre» molesta. No, es algo mucho más básico y curricular. Mientras se espera que una subcomisión parlamentaria alumbre un pacto de Estado por la Educación, se van haciendo reformas, ajustes para que las comunidades autónomas sonrían y no pongan palos en la rueda. Hemos pasado de la proclamada excelencia del ministro Wert a la excrecencia de una Ley moribunda que promete durar. Lo último es lo del viernes pasado. Real Decreto: «Para la obtención del Título de Graduado en ESO, los alumnos han de tener una evaluación positiva en todas las materias, o negativa en un máximo de dos siempre que estas no sean de forma simultánea Lengua Castellana y Literatura, y Matemáticas». Título con suspenso. Regalarlo, como las bombillas de Sebastián pasando por Correos, quedaba un poco fuerte. El valor del título es directamente proporcional al esfuerzo por su consecución. Así que ESO y nada va a ser lo mismo. Eso sí conseguimos la estabulación de nuestros adolescentes y sobre todo conseguimos que las comunidades autónomas puedan exhibir índices de abandono escolar muy bajos. Da igual lo que sepan, sobre todo que mi comunidad no aparezca como la que más abandono registra. Por desgracia para todos, la educación tiene un calendario más amplio que el que marcan las legislaturas. Están trabajando en un pacto de Estado, no sé si llegará, pero llegará tarde. Solo el nacionalismo ha entendido la importancia y el poder de la educación. Solo el nacionalismo ha trabajado por construir un sistema con un objetivo y lo ha conseguido porque ha mirado a largo plazo. Las legislaturas son una mala unidad de tiempo cuando hablamos de educación.
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